MADRID, 31 Dic. 2022 (Europa Press) – El papa emérito, Benedicto XVI, ha fallecido a los 95 años de edad este sábado 31 de diciembre a las 9.34 horas, según ha informado la Conferencia Episcopal Española.
Expertos consultados por Europa Press han destacado el legado que ha dejado Benedicto XVI, desde el punto de vista intelectual, con un «interesante» magisterio a través de homilías y encíclicas, como por su visión del ministerio petrino, su renuncia y su batalla legal contra los abusos.
En este sentido, el catedrático de Derecho Eclesiástico del Estado de la Universidad Complutense de Madrid Rafael Palomino ha puesto de relieve que Ratzinger estuvo al frente del Dicasterio para la Doctrina de la Fe y que este fue «el comienzo del final de todo el problema de los abusos». «Da el banderazo de salida a la tolerancia cero», ha señalado Palomino en declaraciones a Europa Press.
Además, ha remarcado que «tenía una sintonía muy grande» a nivel doctrinal con Juan Pablo II por lo que, por una parte fue una «continuación» de su pontificado, pero, por otro lado, desde el punto de vista intelectual, considera que «colocó al mundo católico en una situación nueva», al tratarse de un profesor de una universidad pública alemana que, con su teología «moderniza y presenta de nuevo el cristianismo». «Estamos llamados a dar continuidad a ese pensamiento», ha apuntado.
También ha recordado su renuncia al pontificado, «un gesto tremendamente honrado» para Palomino, pues aunque no era la primera vez que se producía en la historia, considera que es algo significativo en un momento en el que «nadie renuncia a nada».
Por su parte, el profesor de Teología dogmática en la Universidad de Navarra y biógrafo de Joseph Ratzinger Pablo Blanco ha puesto de relieve el «interesante legado» que ha dejado Benedicto XVI por el «magisterio que ha dejado tanto en homilías» como en sus «tres encíclicas sobre la esperanza y sobre el amor».
Además, ha subrayado que deja una «determinada visión del ministerio papal» pues, tras ocho años dirigiendo la Iglesia, «pensaba que no tenía suficientes fuerzas físicas y dio el testigo al siguiente papa, Francisco, para que siguiera en esa línea de reforma y purificación». «Es un gesto que aún tenemos que digerir, de cómo el ministerio es un verdadero servicio», ha precisado.
También ha destacado su «limpieza» de los abusos en la Iglesia para extirparlos «desde la raíz», un trabajo que, según ha indicado, «ya empezó Juan Pablo II y que continúa Francisco», y por el que, a su juicio, «quizá tuvo que pagar un alto precio».
Mientras, el jurista, catedrático emérito y profesor de honor de la Universidad Complutense de Madrid Rafael Navarro-Valls ha afirmado que el pontificado de Benedicto XVI tiene «un fondo de paradoja» porque ha sido un papa «extraordinariamente afable» pero, al mismo tiempo, «el ecosistema mediático, un torbellino de noticias contra él, hizo que su pontificado sea ciertamente explosivo».
Si bien, ha destacado que «tuvo la rara cualidad de convertir en diálogo las dificultades» como en el incidente de Ratisbona, que supuso una crisis con el Islam pero que «aceleró el proceso de conversaciones» con los musulmanes, o el caso Williamson «que produjo una crisis con los judíos» pero que, al mismo tiempo, «aceleró la primera visita del papa a la sinagoga de Roma».
PONTIFICADO LLENO DE «MINAS»
«Su pontificado fue excepcional. Sin embargo, estuvo lleno de minas que fueron explotando, una tras otra, a las cuales hizo frente con una valentía excepcional», ha resumido.
También pasará a la historia, a su juicio, «por ser el segundo papa que renunció al pontificado»; por ser «el papa que con mayor vigor introdujo la búsqueda de la santidad en el núcleo mismo de su mensaje», y por iniciar «una batalla legal contra los abusos sexuales en la Iglesia».
COMPROMETIDO CON LA VERDAD
El periodista, escritor y biógrafo del Papa Benedicto XVI, Peter Seewald, ha destacado su «valentía» a la hora de resistir ante los intentos de convertir el mensaje de Cristo «en una religión conforme las necesidades de la ‘sociedad civil'» y ha elogiado su honestidad intelectual y moral.
«Siempre estuvo comprometido con la verdad, incluso aunque fuera incómoda», ha destacado en declaraciones a Europa Press. Seewald visitó por última vez al Papa emérito, fallecido este sábado 31 de diciembre a los 95 años, a mediados de octubre en el monasterio Mater Ecclesiae, donde se instaló en mayo de 2013 tras un breve período en el Palacio Apostólico de Castelgandolfo, la residencia veraniega de los Papas situada a las afueras de Roma y actualmente convertida en museo.
De ese encuentro, que tuvo lugar el pasado 15 de octubre, Seewald destaca que le ha quedado «impreso el sufrimiento que llevaba sobre sus hombros» y el «profundo dolor por lo que estaba sucediendo en el mundo y la crisis en la Iglesia, especialmente en su patria», en Alemania, donde desde 2019 más de 632.000 personas habían abandonado la Iglesia católica según la Conferencia Episcopal de este país, tras salir a la luz un año antes 3.677 casos de abusos a menores perpetrados en los últimos 70 años.
«La próxima vez nos encontraremos en el cielo», le dijo entonces como despedida el Papa emérito, que ha conservado durante estos 9 años y medio intacta la lucidez intelectual que caracterizó su pontificado aunque sus fuerzas se han ido apagando poco a poco, como ha explicado en varias ocasiones su secretario personal, Georg Gänswein, quien ha permanecido a su lado todos estos años.
«Sabía exactamente a dónde iba el viaje y qué esperar en su destino. La promesa de Cristo de la vida eterna era uno de sus temas favoritos», ha rememorado Seewald. «Si pertenecer a la Iglesia tiene algún significado, es que nos da la vida eterna y, por lo tanto, la vida correcta y verdadera en general. Todo lo demás es secundario»», ha señalado uno de los mayores expertos en el Papa alemán, al que conoció en noviembre de 1992.
«Como excomunista y periodista del ‘Der Spiegel’, no estaba muy cerca de Joseph Ratzinger», ha reconocido. «Me sorprendió aún más conocer a un hombre que no tenía nada de un príncipe de la iglesia. (…) Todo en él parecía modesto, sin pretensiones, accesible», ha manifestado.
Asimismo, ha destacado la altura teológica de Benedicto XVI que fue capaz de demostrar «que la religión y la ciencia, la fe y la razón no son opuestos». «Su forma de enseñar me recordó a los maestros espirituales que convencen no con lecciones vanas, sino con gestos silenciosos o pistas ocultas. Sobre todo, a través del propio ejemplo, que incluye integridad, lealtad, coraje y una buena dosis de voluntad para sufrir», ha afirmado.
PERSONA «NOBLE», «RESERVADA» Y «CON DISPOSICIÓN A ESCUCHAR»
Sobre su personalidad, ha explicado que fue «una persona cálida, pero también particularmente noble y reservada». «Nunca en los casi treinta años que lo acompañé como periodista me invitó a cenar. No quería socavar la distancia profesional que formó la base de nuestras entrevistas abiertas y críticas», ha revelado sobre sus continuos encuentros.
Preguntado sobre lo que echará de menos, ha destacado «su sonrisa tímida», así como «su elegancia, con la que hizo fácil lo pesado sin quitarle su secreto ni trivializar lo sagrado». «Sobre todo, su disposición a escuchar, en la que nadie podía superarlo», ha puntualizado.
«Era a la vez un pensador y un orador, especialmente un amante de las personas que, cuando se le preguntaba cuántos caminos hay para Dios, siempre respondía: «Tantas como personas»», ha concluido.