Era digital y democracia

Mauricio Ramírez Núñez

Mauricio Ramírez

¿Dispositivos electrónicos o nuevos medios de producción?

Hace unos días observaba con detalle una imagen donde venían varias personas trabajando en máquinas y otros oficios, al mismo tiempo que estaban unas personas pasando “tiempo libre” en sus dispositivos móviles. Después de unos minutos de reflexionar, llegué a la conclusión de que me era imposible distinguir en dicha imagen quién está trabajando y quién no, la revolución digital de nuestra época o revolución documedial, como la llama el italiano Maurizio Ferraris, nos impide tener tiempo libre de verdad, a no ser que nos desconectemos por completo y abstraigamos del mundo digital.

Toda diferenciación que se hacía en alguna época sobre tiempo de vida y tiempo de trabajo se terminó, pues en la actualidad y de forma totalmente voluntaria, pasamos trabajando gratuitamente hasta en lo que llamamos como «tiempo libre», pues al conectarnos aunque sea solo para «stalkear» a alguien, estamos creando registros y datos (nuevas materias primas para crear mercancías). A ello debemos sumar los datos que se crean con los sitios que visitas, tus gustos, preferencias, tiempo de vida que gastas en ciertas páginas, videos y películas que vez, música que escuchas, etc., todo tiene valor y están siendo registrados-almacenados en algún lugar de una gran empresa tecnológica, que los está convirtiendo en big data con lo cual generan millones en ganancias, lo que en nuestros días significa generar plusvalor, y no necesariamente va para quienes regalamos esa información, registros personales y tiempo.

Un dispositivo electrónico no es solamente un medio de control y rastreo permanente de la persona, lo cual facilita el seguimiento y control absoluto de esta, el sueño cumplido de cualquier modelo totalitario. Ese mismo dispositivo es también un medio de producción que falazmente pertenece a la persona que lo compra, pero en realidad es la máquina de generar riqueza de sus verdaderos dueños; las compañías dominantes de la electrónica y la era digital, que las crean, y las venden para que el usuario-trabajador, emisor-receptor la compre voluntariamente y en su tiempo libre trabaje de gratis para ellos generando datos de todo tipo, que a través de los sistemas informáticos son convertidos en productos de consumo o sirven de base para crear nuevas necesidades, para la venta de ese usuario-trabajador.

Realmente lo que hacen con los dispositivos es vendernos el propio medio de producción (esto es revolucionario, nadie se imaginaría que llegara el momento que compraríamos voluntariamente una máquina a otros para trabajarle a esos otros) para que lo tengamos con nosotros siempre en todo momento, la producción no puede detenerse. A cambio de eso y del gasto que implica para nosotros adquirir dicha tecnología, obtenemos “reconocimiento” en nuestras redes sociales y perfiles personales, que nos vean los demás; lo que comemos, cómo nos vemos, a donde paseamos, la ropa que vestimos y cómo pensamos, lo cual sigue generando datos y ganancias a dichas empresas.

El gran logro de esta época ha sido, bajo esa perspectiva crítica bien desarrollada por múltiples pensadores actuales, ponernos a trabajar de gratis sin que tengamos conciencia que lo estamos haciendo. Trabajamos sin darnos cuenta que estamos trabajando, en la era digital todo se paga con tiempo de vida, en cuanto a toda la información nuestra que regalamos cuando navegamos. De esta manera, cuando estamos en hora de almuerzo y nos conectamos a nuestras redes o compramos algo por internet, no estamos realmente en hora de almuerzo o descansando, sino que estamos sacando tiempo nuestro, para trabajarle a otros, por lo que ya ni siquiera en nuestro periodo de descanso estamos realmente siendo libres, sino que estamos «produciendo» para otros de alguna manera, y estos se encuentran acumulando cada vez más y más poder sin que nos demos cuenta.

Reinventar la democracia; hacia una estrategia nacional de inteligencia artificial

Hacer una crítica a un paradigma o época histórica no significa oponerse o rechazarla, esa es solo una opción, misma que no es el caso del presente artículo. La era digital y sus particularidades nos permite hacer analogías para la ciencia social. ¿Cómo podemos sacar provecho de esta realidad? La nueva dinámica de sistemas distribuidos y de nodos en la red, conlleva necesariamente una lógica colaborativa mucho más potente e innovadora que el viejo individualismo posesivo.

Por ello, avanzar hacia smart cities es estratégico, pues un proyecto bien conducido, nos puede llevar a crear tejido social y comunidad una vez más, es una herramienta para gestionar y revalorizar lo público desde una ética comunitaria, abierta y participativa. Tenemos también el poder de dar un uso diferente a esos dispositivos o medios de producción posmodernos. Después de lo individual, nos corresponde volver a lo colectivo y a reencontrarnos, para ello la inteligencia artificial como estrategia de desarrollo de un Estado es fundamental, siempre y cuando sea pensada desde esta óptica colaborativa, comunitaria y solidaria. Algo característico de esta nueva era es la autogestión, pues todos los nodos actúan y operan como iguales en un mundo virtual donde se puede construir colaborativamente.

Hay mecanismos de participación que se pueden aplicar bajo estas nuevas formas de relacionarnos para fortalecer la democracia, reinventarla y mirar a futuro. La igualdad formal y ante la ley es una cosa, pero la desigualdad económica, digital y social nos obligan a pensar en una democracia al servicio de todas las personas y grupos sociales, no una como la que tenemos hoy, que es muy útil a quienes están por encima de esas desigualdades.

Se requiere de un gran partenariado público-privado para caminar en esta dirección, es ponernos de acuerdo, llevar conectividad a todo el país, entender que todo esto son herramientas para el futuro, para formarse y no solo dispositivos para regalar mis datos y tiempo para que otros se aprovechen de ello. Poder dar un significado creativo, educativo y productivo a esta era es nuestra responsabilidad, nuestras generaciones jóvenes merecen ser no solo pasivos facilitadores de datos, sino constructores de realidades, creadores de ilusiones y personas preocupadas por las demás. Para eso falta algo que es poco valorado en nuestros días, pero sigue siendo tan valioso como nunca: el compromiso.

Por estas razones debemos sacarle provecho inteligentemente a esta nueva época, sin dejar de ser humanos y de pertenecer al plano de lo real, debemos avanzar en la búsqueda de nuevas significaciones y utilidades a esos medios con los que contamos, pues el deber de avanzar hacia una vida digna tiene que ser del mercado, el Estado y las personas. Re-balancear la sociedad implica tener una visión crítica, pero propositiva, activa y optimista, pasar del pensamiento a la acción, pero una acción con sentido profundo, sentido humano, ambiental y comunitario (ser con y para los otros). Eso le da un sentido real a la existencia en la era digital o a esa tremenda “levedad del ser” de nuestros días, si trabajamos de gratis para gigantes tecnológicos, trabajemos para nuestro país, nuestro bienestar y por el bien-vivir.

Académico.

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Un comentario

  1. Gracias Mauricio por el pensamiento tan claro. La nueva democracia exige una nueva ética.

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