Entre temblores y cemento

Desde La Mina 2.0

Mauricio Castro Salazar
mauricio.castro@costarricense.cr

Mauricio Castro

“¡Está temblando! ¡Jueputa está temblando!”—se oyó en muchos hogares el pasado domingo por la noche. Mucha gente corrió y dejó tirado todo lo que estaba haciendo. “Tembló fuertísimo”, “hace tiempo no sentía un temblor tan fuerte”, “se movió todo”—son los comentarios recurrentes luego de un temblor.

¿Se ha preguntado alguna vez por qué luego de un temblor tan fuerte como el del domingo no hay tanta destrucción ni tanta muerte como en otros países vecinos o países como en Irán o Turquía?

La respuesta– aunque sencilla hoy no lo fue cuando se tomó la decisión: por la prohibición del uso de bahareque y adobe en 1910, luego del terremoto de Cartago.

Don Cleto González Víquez, a quien le gustaba hacer reportes y narrativa de sucesos, volcanes y demás, escribió: “….el terremoto del 4 de mayo de 1910 ha venido a poner de manifiesto que edificios construidos de tierra (adobe); y aun de calicanto no ofrecen ninguna seguridad ni firmeza, por más que se observaran las correspondientes reglas….”

Don Ricardo Jiménez, quien siempre fue adelante de su época, prohíbe el 12 de setiembre de 1910 (4 meses después, hoy estaríamos discutiendo todavía) construir con adobe, calicanto y piedra. Esa simple decisión marcó la diferencia con el resto de países que siguieron utilizando barro en sus construcciones.

Hasta 1974 para el diseño de edificaciones en Costa Rica se usaron códigos de los Estados Unidos, principalmente el “Blue Book” de California. La Escuela de Ingeniería Civil (mi Escuela) envió gente a especializarse al exterior y a su regreso y luego de los terremotos de Managua (1972) y de Tilarán (1973) se trabajó con ahínco para contar con un Código Sísmico en Costa Rica, el primero, que se publicó en 1974.

La segunda versión se publicó en 1986, la tercera en el 2002 y la más reciente en el 2010. El Código Sísmico tiene como objetivo “…preservar la vida humana y reducir los impactos socioeconómicos…”, dicho en palabras más entendibles: pretende que no haya muertes y que los posibles daños permitan que la gente salga de los edificios y que estos se puedan reparar. Puede ser que los sismos causen grietas pero la idea es que se puedan reparar y que no causen muertes.

Cuando algunas compañías desarrolladoras ponen en su publicidad que las casas están diseñadas antisismo (en realidad sismorresistentes) no están ofreciendo nada adicional, están cumpliendo con las normas, es como que una agencia de carros ofrezca que su carro viene con las llantas…

Y aquí es donde entra en juego el cemento.

Para garantizar que las construcciones sean sismorresistentes, entre varios, se usa concreto (cemento, agregado y agua) y acero. ¿Se puede imaginar el negociazo que es producir y vender cemento y acero en nuestro país cuando es prohibido usar barro para construir?

Se dice que el mercado de cemento es de 228 000 000 000 colones anuales (400 millones de dólares anuales), hoy copado por Holcim y Cemex (el llamado duopolio). Suena lógico entonces tratar de pellizcar una porción de ese mercado, aunque sea un 5%, 11,5 mil millones de colones anuales (20 millones de dólares anuales) no es nada despreciable. A cualquier banco o empresario le tentaría entrar en un negocio así, ¿o no?

Lo demás que ha pasado ya lo hemos ido conociendo poco a poco….

Un país con semejante cantidad de temblores, como el nuestro, en el que solo se puede construir mayoritariamente con cemento y acero, meterse en el mercado de cemento siempre será una tentación.

Veremos si el resultado de la Comisión Legislativa nos logra mostrar cuántos se tentaron….

En mi casa en La Mina, en Santa Ana, sigo pendiente del Informe Final de la Comisión.

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