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Volví a Suiza No. 22
Mauricio Castro Salazar
mauricio.castro.salazar@gmail.com
-Castrosalazar: ¿va a seguir con ese cuentito de que Suiza y Guanacaste se parecen? ¡Ah mae más majadero carajo!—me dijo mi vocecita interna.
No le di bola, ni le daré bola…
Cuando se acaba el verano, las vacas -que las habían subido a los prados en las montañas para que ramonearan por todos lados- las bajan y las regresan a los establos en las fincas, digamos, cuando empieza el frío…
A las vacas las bajan engalanadas, con flores, campanas y cintas colorinas… “lindas, lindas”—hubiera dicho doña Gis, mi mama. La gente les aplaude frenéticamente, tanto a la vaca como a los dueños. La gente conoce de sobra a las vacas, por su nombre, por su productividad y calidad, y por supuesto a los dueños, que no caben de la felicidad y del orgullo.
Y por supuesto no podían faltar en mi mente los toros de mi tope.
¿Se parecen verdad?
-Castrosalazar: ¿todo este cuento y toda esta alharaca solo para hablar de vacas o de lo parecido que son esos desfiles con los de Guanacaste? No me jodás, que pereza—me dijo voz interna.
Por supuesto –como ya dije– que no le hice caso y seguí admirado de la admiración –así aunque suene raro—de la gente por las vacas y sus tradiciones.
-Castrosalazar: que cuento tan aburrido mae…que mae más polo: “…admirado de la admiración”—me dijeron con impertinencia
Pasadas las vacas, oigo que anuncian que habrá un concierto de música con “cuernos alpinos” y para mis adentros me dije: —ahora sí, empezó el pachangón—
Los músicos se cuadraron y empezaron a tocar…y yo en mi mente siempre pensando en los míos de las cimarronas….
Y estaba esperando que se soltarán con un piezón…y oh sorpresa…la música, si bien hermosa, no era para la fiesta brava que esperaba…era un tanto melancólica, “sí, aburridita”—hubiera dicho mi abuela Luz.
-Castrosalazar: ¿qué esperabas?¿parranderas?¿en este entorno lleno de paz?—me regañaron desde adentro.
Confieso que no esperaba parranderas, pero si algo más, digamos, movidito…
Y de repente vimos un anuncio que nos llamó la atención: “combat de vaches” y de inmediato me dije: —¿pelea de vacas? ¿en este país en el que las vacas son tan sagradas como en la India? No, no puede ser…—
-Castrosalazar: confiese lo que pensó, dígalo sin pena—me retaron desde adentro.
Obviamente pensé que la pelea tenía que ser por un galán, y me imaginaba al toro viendo la pelea, bien chalán y creído, esperando a la vaca que lo merecería…pero por supuesto no dije nada…
-Castrosalazar: machista cabrón…solo en tu mente cabe que la pelea sea por un toro, ¡que bárbaro más machista!—me dijeron.
La verdad que así lo pensé (¿machista?) y por supuesto estaba completamente equivocado, no había toro alguno, oí al “Cañero”—porque aquí también había uno— diciendo también ‘que belleza de animal’, y explicando que era un instinto territorialista para tener el mejor pasto….
-Castrosalazar: en lugar de andar viendo similitudes entre tu Guanacaste eterno, o digamos tu Costa Rica, deberían dejarte de pendejadas, y admirar el paisaje, ¿dónde tenés algo como esto, con glaciares? ¿Chirripó?
Iba con toda la intención a decir que el Chirripó tiene lagos de origen glaciar, y que era igual de lindo o mejor, pero me quedé callado viendo el paisaje…
-Castrosalazar: mejor así: calladito es más bonito—me dijo mi vocecita que todo lo oye en que yo no diga nada. Y no dije nada.
