El cooperativismo que humaniza

Carlos Manuel Echeverría Esquivel
cmecheverria@yahoo.com

Carlos Manuel Echeverría

Me hubiera gustado estar en Costa Rica cuando el Dr. Joseph Stiglitz disertó, sobre las bondades del cooperativismo en general, que a mi juicio es la forma de producción más justa y humana que existe. ¿Podrá ser efectiva?

La fórmula de producción cooperativa tiene muchas variables: puede ser de productores de bienes o servicios que se asocian para procesar un bien y comercializarlo, como es el caso de las cooperativas de café; así mismo, en una cooperativa de taxistas o de dueños de taxis, el asocio se da para por ejemplo, al comprar los autos o las pólizas, tener un sistema de comunicación o un taller; otras fórmulas son las de consumo y las de ahorro y crédito. Las de producción son las más abundantes y en algunos casos, quienes trabajan propiamente en la cooperativa, también pueden participar como socios cooperativistas; estas son las de cogestión.

Las más puras sin embargo y las que correspondió apoyar en mis años de viceministro-subdirector de la Oficina de Planificación Nacional y Política Económica de la Presidencia de la República, hoy desdibujada como MIDEPLAN por un monumental error, son las cooperativas de Autogestión. Me correspondió el honor entre 1978-1982, por delegación presidencial, vice presidencial y ministerial, de liderar por parte del gobierno, un esfuerzo extraordinario en “tándem” con la Universidad Nacional, de apoyo a trabajadores que querían ser parte del modelo autogestionario y lideraron el proceso. Se planteó un proyecto de ley que al ser aprobado unánimemente, introdujo la propiedad social a la “ley de cooperativas”. La propiedad social, se concreta en la mencionada fórmula cooperativa autogestionaria, aquella en que todos sus trabajadores son asociados y para ser asociado, hay que trabajar en la empresa. Ejemplos de ellas son Coopesa RL y las cooperativas de Fecopa RL, como El Silencio en Savegre y que apoyadas durante los años que mencioné por un sistema subsidiario, pagaron a tiempo sus avíos, se dedicaron a actividades rentables y fueron amortizando sus deudas.

La cooperativa de Autogestión, es sin duda la forma más humanamente pura de organizarse para producir, pues como se mencionó, es el trabajo lo que dá el derecho a participar; si el mundo estuviera lleno de ellas, sería mucho más justo y pacífico. Tengo una gran fe en que la robótica, a la que no debemos temer, sino recibir con entusiasmo como un avance que ofrece la oportunidad de liberar al Ser Humano de las tareas propias de las máquinas, para que pueda desarrollar su ingenio como elemento toral de su realización personal, las hará crecer exponencialmente; de lo contrario, si a futuro los esquemas de propiedad de las empresas robotizadas no cambian o no existe una agresiva política tributaria impositiva y redistributiva, la economía perderá su razón social de ser.

El problema general de las cooperativas, con muchas y honrosas excepciones como la Dos Pinos por ejemplo y varias cafetaleras, está en la capacidad de generar excedentes productivos, no ganancias, que es el término filosóficamente aplicable a otros modos de producción. En primer lugar, deben dedicarse a negocios factibles y posicionarse correctamenta, en los encadenamientos productivos y distributivos de bienes y servicios propios de la macro economía. En segundo lugar y luego de ese posicionamiento, deben hacer el negocio rentable, o sea, generador de excedentes. Para ello, se requiere de niveles de gestión modernos, desgraciadamente rara vez presentes. Muchas han fracasado precisamente por esa carencia, rara vez por desmotivación de los trabajadores, propietarios al fin y al cabo. Como parte de esa gestión y el hecho de que las cooperativas de autogestión están diseñadas por definición filosófica para funcionar en la economía del mercado conviviendo con otras formas de producción, si no se gestionan flexiblemente aspectos cómo el prescindir de colaboradores cuando por alguna razón se requiere hacerlo, pueden entrar en crisis. Son detalles a los que hay que ponerle atención, al igual a como desde una perspectiva del lado macro, hay que sanear el mal ambiente que alrededor del INFOCOOP, por errores y aparente dolo de quienes lo han venido gestionando, se ha generado. Esos recursos financieros que se han malgastado, pudieron haber sido invertidos por los canales que la ley indica, en la fórmula cooperativa autogestionaria.

El reto de hacer las cooperativas y particularmente las de autogestión, competitivas por su propio accionar, es uno mayúsculo, pero necesario desde una perspectiva estratégica, como ya se argumentó. Debemos dejar de ver la generación de excedentes, como expresión de explotación; puede ser que ésta se dé y debe ser frenada, pero esa es la excepción, no la regla; en general debemos ver la generación de excedentes, como la como expresión de efectividad. Espero que la visita al país del Dr. Stiglitz, haya contribuido a crear la conciencia para que caminemos en esa dirección.

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