El capital en el siglo XXI

Vía costarricense

Johnny Soto Zúñiga

El libro sobre economía mundial del escritor e investigador y economista francés Thomas Piketty, ha sido toda una revelación; considerado por Paul Krugman, Premio Nobel de Economía en 2008 como: “El mejor libro de economía del año, y quizá de la década.”; es un libro escrito para el ciudadano común y de todos los interesados en estos temas fundamentales sobre el motor y desarrollo de los países, el debate eterno del ingreso y la distribución de la riqueza, la desigualdad entre los ciudadanos, el derecho de las personas a ser retribuidas conforme a sus méritos, la idea de que el crecimiento económico ayuda a mitigar de forma natural entre los favorecidos y los abandonados. El libro de Piketty quien es profesor y primer director en la École d’Économic de París, es considerado un pionero sobre la evolución histórica del segmento de la población con mayores ingresos, basado en el estudio sobre los datos históricos lo más fidedignos posibles.

Lo interesante del libro es que se basa en una investigación y análisis histórico que arranca desde el siglo XVIII hasta nuestros tiempos; de forma exhaustiva estudia a profundidad el tema apasionante de la distribución del ingreso y la riqueza en el mundo. Descubre que muchos economistas de los siglos XVIII, XIX y XX escribían sus libros, pero no podían manejar todos los datos estadísticos con rigurosidad, sobre la concentración del dinero en unos pocos, las desigualdades sociales, la explotación de las clases obreras, todos los problemas en la manufactura industrial, la posesión y propiedad de la tierra y los agricultores etc. Piketty basa su estudio en los datos económicos de una veintena de países y afirma que cada nación ha respondido de manera diferente a una ley básica del capitalismo, según la cual el rendimiento del capital suele ser superior, a la tasa de crecimiento de la economía; esto conlleva a una concentración de la riqueza y produce mayor desigualdad e inequidad.

Estamos ante el dilema universal de que los Estados le entren a solucionar este problema, dentro de las leyes del capitalismo, bajo un sistema político democrático, donde converjan todas las fuerzas sociales y productivas. En nuestro caso en América Latina, debemos avanzar a que los Estados puedan dar soluciones viables a las desigualdades sociales y crear países más equitativos y de mejor distribución de la riqueza. Incluso el autor realiza una propuesta de establecer políticas fiscales de alcance global para regular y controlar las disparidades como impuestos a la riqueza y a la herencia; para crear sociedades más justas e iguales. Debemos leer este libro, para poder entender la evolución del capitalismo, su historia, los cambios de cada época, los acontecimientos más importantes, los escritores y economistas más brillantes como Thomas Malthus con su Ensayo sobre el principio de población (1798), que analizaba que la principal amenaza era la sobrepoblación.

Los economistas del siglo XIX considerados más influyentes y apocalípticos como David Ricardo (Principios de economía política y tributación en 1817) y Karl Marx (El capital en 1867), “quienes imaginaban que un pequeño grupo social –los terratenientes, en el caso de Ricardo; los capitalistas industriales, en el de Marx- se adueñaría inevitablemente de una parte siempre creciente de la producción y del ingreso.” (El capital en el siglo XXI. T. Piketty. Pág. 19). Para David Ricardo “desde el momento en que el incremento de la población y de la producción se prolonga de modo duradero, la tierra tiende a volverse cada vez más escasa en comparación con otros bienes. La ley de la oferta y la demanda debería conducir a un alza continua del precio de la tierra y de las rentas pagadas a los terratenientes. Con el tiempo, estos últimos recibirían una parte cada vez más importante del ingreso nacional, y el resto de la población una fracción cada vez más reducida, lo que sería destructivo para el equilibrio social. Para Ricardo, la única salida lógica y políticamente satisfactoria es un impuesto cada vez más gravoso sobre la renta del suelo.” (Lo llamaba el principio de escasez) (Op.cit. Pág. 19)

En el caso de Karl Marx, se lanza la pregunta central y simple: “¿para que sirvió el desarrollo de la industria, para qué sirvieron todas esas técnicas, ese trabajo, esos éxodos, si al cabo de medio siglo de desarrollo industrial la situación de las masas siguió siendo igual de miserable, sin más remedio que prohibir en las fábricas el trabajo de los niños menores de ocho años? Parecía evidente el fracaso del sistema económico y político imperante.” (Op. Cit. Pág. 22). Marx con base en esta situación lanza en 1848 el Manifiesto Comunista y que comienza con el famoso texto “Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo”. No obstante, a partir del último tercio del siglo XIX, los salarios empezaron a subir, hubo una mejora del poder adquisitivo, aunque siguieron las desigualdades, la situación creció hasta la primera Guerra Mundial. La Revolución Comunista se dio en el país más atrasado de Europa, Rusia que apenas iniciaba la Revolución Industrial (1917); diferente a los países más adelantados que sus sistemas políticos buscaban fórmulas en la socialdemocracia.

También otros grandes economistas han propuesto sus ideas sobre el tema económico y ciencias sociales como los clásicos de la escuela liberal como Adam Smith, quién no se cuestionaba sobre la divergencia de la distribución de la riqueza a largo plazo, igual sucedía con Jean-Baptiste Say. Lo importante es que Piketty, demuestra con las estadísticas y métodos toda evolución posible desde el siglo XIII hasta nuestros días sobre la dinámica de la distribución de los ingresos y de la riqueza; incluso pueden verse como complemento en su página de Internet, ya que no quiso sobrecargar su libro. El autor convoca a un gran debate sobre el tema, considera que sus conclusiones a que llegó pueden cuestionarse y debatirse. Afirma que “la vocación de la investigación en las ciencias sociales no es producir certezas matemáticas preconcebidas que sustituyan el debate público, democrático y plural.

Otras conclusiones interesantes a que llega el estudio son las siguientes: “La lección general de mi investigación es que la evolución dinámica de una economía de mercado y de propiedad privada que es abandonada a sí misma contiene en su seno fuerzas de convergencia importantes, relacionadas sobre todo con la difusión del conocimiento y de calificaciones, pero también poderosas fuerzas de divergencia, potencialmente amenazadoras para nuestras sociedades democráticas y para los valores de justicia social en que están basadas.” “Las consecuencias pueden ser temibles para la dinámica de la distribución de la riqueza a largo plazo, sobre todo si a esto se agrega la desigualdad del rendimiento, en función del tamaño del capital inicial, y si ese proceso de divergencia de las desigualdades patrimoniales tiene lugar a escala mundial.

El problema no es fácil de solucionar. Cierto que es posible alentar el crecimiento, invirtiendo en formación, conocimiento y tecnologías no contaminantes, pero no por eso el crecimiento aumentará a 4 o 5% anual. La experiencia histórica indica que sólo países en proceso de recuperación y alcance respecto a otros, como Europa durante los Treinta Gloriosos (30 años después de la 2da Guerra Mundial), o China y los países emergentes de hoy, pueden crecer a ese ritmo. Todo hace pensar que la tasa de crecimiento de los países que están a la vanguardia en desarrollo tecnológico mundial, y uno de estos días la del planeta en su conjunto, no podrá ser superior a 1-1.5% anual a largo plazo, sin importar qué políticas se apliquen.”

Piketty le gusta utilizar el término “economía política” y no “ciencia económica” que la considera arrogante; afirma que desde sus orígenes, la economía política ha intentado estudiar científicamente, o cuando menos racionalmente, de forma sistemática y metódica, cuál debe ser el papel ideal del Estado en la organización económica y social de un país, cuáles son las instituciones y políticas públicas que más nos acercan a una sociedad ideal. Invito a leer este interesante libro del economista francés Thomas Piketty, para que todos los actores políticos o ciudadanos en general; logremos en este siglo XXI buscar el bien común y las mejores soluciones para combatir el gran flagelo de la desigualdad; teniendo como base toda la evolución histórica del ingreso y distribución de la riqueza desde el siglo XIII hasta nuestros tiempos.

EVALUE ESTA COLUMNA
1 Estrella2 Estrellas3 Estrellas4 Estrellas5 Estrellas (3 votos, promedio: 4,67 de 5)
Cargando...

Revise también

Vladimir de la Cruz

Políticos cínicos y mentirosos

Vladimir de la Cruz vladimirdelacruz@hotmail.com Los poderes públicos, llámense Ejecutivo, Legislativo, Judicial y Electoral, como …

2 comentarios

  1. A PIiketty lo juzgan anatema los neoliberales que ven amenazado su predominio. Lo que piensa en síntesis es que la distribución de la riqueza será un problema cada vez mas grave si no se pone al estado como un árbitro. Que en cualquier caso los sistemas cambian y se transforman en problemas que requieren el arbitrio del estado.

  2. Johnny Soto Zúñiga.-

    Cierto, Thomas Piketty propone una intervención necesaria del Estado. Me parece una posición socialdemócrata al estilo JM Keynes. La Ley del capitalismo natural, que propone se distribuirá de forma normal la riqueza no ha dado resultado. Los países donde se sigue el sistema de democracia, y división de poderes, es requisito sine qua non el control fiscal, la regulación; aunque se discrepe de las posiciones estrictamente liberales (del dejar hacer, dejar pasar); no ha solucionado los problemas de equidad y desigualdad social; incluso el recorrido histórico desde el siglo XIII hasta nuestros tiempos realizado por Piketty demuestra esta situación económica. Saludos d. José Calvo.-

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Cambio Político
Este sitio usa cookies. Leer las políticas de privacidad.