El amor en tiempos del coronavirus (Desde Suiza No. 6)

Mauricio Castro Salazar
mauricio.castro.salazar@gmail.com

Mauricio Castro

He visto libros y películas con títulos sobre el amor: el amor en tiempos de guerra, el amor en tiempos de paz, el amor en primavera, el amor en tiempos del cólera y ahora por supuesto, el amor en tiempos del coronavirus y seguirán más amores porque el amor nunca se acaba…

Me trato de enterar mucho de lo que sucede en la Confederación Suiza, veo noticias y de tanto en tanto hablo con gente que vive aquí, que he conocido en épocas anteriores, un tanto lejanas y básicamente en el colegio y la universidad, en unos casos porque estábamos del mismo lado en la política y en otros porque estábamos en la acera opuesta. Lo que les cuento de mis vivencias viene de esas fuentes: de lo que veo, de lo que leo, de lo que observo en la calle y de lo que converso. Les contaré sobre el amor en tiempos del coronavirus en Suiza…

El miércoles pasado tuve un día “muy productivo”: conversé con amigo y luego con una amiga, que me llamaron para hablar de los enfermos y muertos que había en Suiza, ambos me dijeron que habían leído lo que escribí y que sí —ambos concordaban— que “mandaba güevo” que con tanta plata y hospitales que hay se les hubieran disparado los números y al final quedamos conversando —como siempre— de cómo se vive aquí y por supuesto de los hijos…

Esas conversaciones, he de confesar un poco chillado –un poquito nada más, no crean tampoco que me rasgo las vestiduras—me recordaron mis años liberianos cuando escuchaba en radio Columbia “Vineando con doña Vina”, para los no ticos, es como fisgoneando con doña Fisgona, o sea enterándose de las cosas del vecindario más allá de lo que se debe…

El amigo tico vive en Suiza desde hace unos 10 años, lo conocí en la U, lo trasladaron para acá en la compañía que trabaja, y me dijo: “—mae no me vas a creer a lo que me invitaron unos maes suizos que trabajan conmigo en estos días de confinamiento….”

Yo me quedé callado, esperando que siguiera…

“¡A una boda!” –me dijo

Y yo de baboso, entre sorprendido y regañándolo: “—manda güevo mae, a una boda, si están prohibidísimas que bruto que sos, te van a echar, ¿cómo se te ocurrió ir, si todas las medidas dicen À partir de maintenant, restez chez vous? ¡Qué bruto que sos mae!

Y él: “—no mae no, a una boda virtual”

Y me contó que si bien la ordenanza sanitaria también prohibió los matrimonios a partir del 16 de marzo, hicieron 3 excepciones: personas que estaban a punto de morir, personas en riesgo, y parejas que están esperando un hijo antes de agosto.
Todos los demás, a esperar…

Los que pudieran cumplir los requisitos, tuvieron un recordatorio: vous devez respecter les règles d’hygiène et de distanciation sociale (debe respetar las reglas de higiene y de distanciamiento social).

Sus amigos —una pareja que ya se había comido la miel— esperaban un hijo…Habían planeado casarse el 27 de marzo, ya habían distribuido las invitaciones y tenían todo organizado, y de repente el coronavirus y siguiendo la ordenanza se vieron en la obligación de cancelarla, pero decidieron casarse acogiéndose a la excepción que tendrían su hijo antes de agosto.

Planearon una teleboda, reenviaron las invitaciones, esta vez un link para Zoom, crearon un chat grupal en WhatsApp para ayudar a los que tenían problemas de conexión o para chapas (ahí hubiera estado yo)…coordinaron que se pusieran pantallas en las 28 casas de dónde vivían sus invitados, utilizaron la plataforma social-legal que puso el Cantón donde viven para casarse, que estaba disponible para todas las parejas el 15 de abril y cada una tendría derecho a 10 minutos…

“Mae pero vea que vara más rara—me dijo mi amigo, los tatas de cada uno tenían que estar presentes por motivos legales, para testificar y firmar según lo pide la ley. Todo lo iba filmando el tata de la novia, en el jardín colocaron 3 mesas, una para los novios, otra para los tatas de la novia y otra para los del novio, por supuesto separadas 2 mt y marcadas las distancias en amarillo…vieras la calidad de la filmación, estos maes son únicos…”

“Días antes –continuo mi amigo—nos habían enviado a todos los ciberinvitados, una caja con champán, vasos y aperitivos, todo súper coordinado (durante estos días el correo y DHL siguieron funcionando) estos maes si son organizados, ¿te imaginás el despelote allá?”.

“Mae—siguió mi amigo, terminada la ceremonia no hubo ni abrazos ni besos…pero a los maes eso no les importaba mucho, estaban más preocupados que la conexión tuviera suficiente velocidad para que todo se pudiera ver bien, con calidad y fuera un éxito…¿te podés imaginar mi mama si se casa mi hermanilla y no se le puede tirar encima?”.

Conforme me iba contando yo me iba imaginando una boda allá…imposible que no estuvieran las abuelas, los hermanos y hermanas, los tíos y las tías que han estado cerca, algunos vecinos y por supuesto la mejor amiga, y en algunos casos hasta el perro y el gato…al menos hubieran participado unas 20 personas además de los tatas…y las mamás justificando: “no hay que ser tan extremistas, uno se casa solo una vez, no sean tan extremistas, ¿cómo no va estar mi mamá, y mi tío y tu hermana, y tu novia y doña María, y don Manuel y…?

Dice mi amigo que casi todos los ciberinvitados se mudaron bien, y hasta él se vistió para la ocasión: con saco y corbata, pantalones y zapatos por si acaso… pero que ciertamente se sintió un toque raro y hasta ridículo. Mae: ”—son los nuevos tiempos, hay que acostumbrarse”.

La amiga tica vive desde hace unos 15 años aquí también, la conocí en mis tiempos de secundaria, vive cerca de Ginebra, su hija menor, güililla cuando se vinieron, hoy ya tiene 20 y tantos, y todavía, curiosamente para acá, vive con ella y su marido, que es suizo.

El novio de su hija vivía en otro Cantón y les quedaba lejos, así que tanto fue la jodedera, que decidieron dejar de alquilar y compraron finalmente la casa que querían, que acercó a la pareja a 15 minutos en carro, justo unas semanas antes del covid-19…

Y explotó la pandemia, y con ella las restricciones dispuestas, no se podían ver a pesar de estar más cerca y a la hija de mi amiga, normalmente con comportamiento suizo, se le salió lo tico: cabreada por la prohibición de visitas del novio, por esa ridiculez, que si el mae no podía venir que ella iba….y dice que ella tuvo que recordarle con alguna fuercita las normas:

À partir de maintenant, restez chez vous.

Ne sortez que pour une raison impérieuse, c’est-à-dire : faire des courses, aller chez le médecin ou à la pharmacie…[Quedate en casa. Salga solo si es absolutamente necesario. Esto significa: Si tiene que comprar comida, Si tiene que ir al doctor o a la farmacia…]

Y hablándole golpeadito con un iPad en la mano,

Enseñame dónde dice dentro de lo que es absolutamente necesario: les visites de votre petite amie (las visitas del novio) ¡Así que nada de visitas!

Y dice que en su casa hablan mezclado, francés y español, pero que cuando tiene que regañar a su hija lo hace en español tico: “–Los que no viven juntos no se pueden visitar y menos si viven con una persona en riesgo, como tu papá y la abuela de tu novio, ¡y punto, no se habla más!”

Y a mí también se me salió lo tico….: “—¿y entonces qué hizo?, ¿te hizo caso?”

“—Sí, cuando me cabreó no se atreve a desafiarme porque le va mal, a esta edad todavía su manazo le doy, aunque me amenace con acusarme… decidieron videomarcar, nosotros de alcahuetas le aumentamos la velocidad de internet… establecieron horas para videocenar, y mi marido y yo los dejábamos solos, se encerraba en el cuarto para ver series juntos y compartían pantallas, –y para mí sorpresa –me dijo con mucha naturalidad: también para ‘cybersex’ e inmediatamente después, seguramente porque se oyó, me dijo: pero no me preguntes detalles…”

No seguí con el tema pero no me aguanté, y le pregunté: “—¿cómo hacen los amigos… solteros y solteras de tu hija en estos días?”

“—algunos nada, esperando que esto termine, otros, sobre todo los que viven solos o solas se han registrado en Tinder y en Happn, y ahí conocen gente y chatean con quien les interesó, pero como no pueden salir por las restricciones, planean citas para después de que pase todo esto, y dicen que en realidad solo lo hacen para matar el rato, pero no sé si sabías, esos sitios en Suiza son súper serios y controladísimos, dice m’hija—continua mi amiga, que muchos maes se la han querido jugar y salir, pero no tienen a dónde ir porque los bares y clubes estaban cerrados, ahh y usan mucho FacetTime…Mauri ¿vos sabías que existían esos sitios? ¿FaceTime?, yo creía que FaceTime era la misma cosa que FaceBook…”. “—Yo también”—le dije. “—De Tinder había oído hablar en un chat a un amigo que juega a carajillo, pero nada más”

“Dice mi hija que en esos sitos le insisten a la gente que no salga de la casa, que chatee y que planee salidas para después…vieras que la vi dándole una broma a un amigo que estaba desesperado por salir de fiesta, diciéndole que se calmara y muerta de risa le diejo que hasta KXY promueve ´todo por teléfono´… y luego me enteré –me dijo–por otra amiga que la Confederación Suiza subvenciona un sitio web en inglés para evitar que las ´las muchachas de la calle´ tengan que salir…“Call me to play”…–“Estos suizos..”— pensé y mientras conversábamos busqué que era KXY y encontré que es un sitio de citas amorosas pagadas.

Cuando colgué mi llamada, vía Skype pagado porque siento que es mejor que WhatsApp, sentí que solo me faltó decirle: “Hasta luego, linda, chao”, y me puse rojitico, porque me acordé de doña Vina…

En definitiva el confinamiento ha ido cambiando las costumbres. Nos tendremos que acostumbrar a la nueva realidad.

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