Albino Vargas Barrantes
Empecemos por aclarar que varias lecturas realizadas sobre este tema plantean que el término-concepto Democracia Social es el adecuado para reemplazar el de Socialdemocracia; considerando que éste ha sido contaminado en las últimas décadas con valores pro-mercado absoluto, desvinculándole de los postulados del principio político de Estado de Bienestar, bajo ataque “mortal” desde los ámbitos del neoliberalismo.Son múltiples las experiencias sociopolíticas y económicas de gran cantidad de naciones, especialmente en nuestro continente como en el europeo, que han vivido y están viviendo ese fuerte debate-choque entre las tesis neoliberales vs. las del Estado de Bienestar.
Desde un punto de vista obrero-militante en el campo sindical, es claro que el fuerte impulso dado en los últimos tiempos a esta consigna ideológica del “todo mercado-nada Estado”, ha venido golpeando el tejido social costarricense, haciendo avanzar decisiones de política pública centradas en la estabilidad macrofiscal y financiera como fin último de toda acción gubernamental; relegando a un segundo plano y hasta un tercero, los recursos destinados a combatir la desigualdad social y la exclusión económica.
Aunque se quiera seguir vinculado a los valores originales de un real pensamiento socialdemócrata, hoy arrinconado en su propio marco político-partidario (el original y/o el o los que han pretendido relevarlo): o, por el contrario, trascenderlo para plantearse el término-concepto Democracia Social, están los siguientes elementos de imprescindibilidad estratégica para la coyuntura actual en la cual el “todo mercado-nada Estado” está manteniendo la iniciativa política.
La Socialdemocracia en su sentido estricto; o, en su defecto, la Democracia Social ha de pensarse como conteniendo dentro de sí a la clase trabajadora; y, ésta, a su vez, considerando las transformaciones inducidas por el avance de las políticas de alta concentración de la riqueza y del retiro del Estado de la regulación de las interrelaciones sociales.
Hoy seguimos teniendo clase trabajadora asalariada con empleo formal y salario mínimo; tenemos clase trabajadora por cuenta propia; la tenemos en el sector informal de la economía tanto como la tenemos en el desempleo abierto, el empleo encubierto y la esclavitud laboral. Y, algo realmente doloroso que podemos categorizar particularizadamente, el desempleo juvenil o las juventudes que no tienen acceso a la educación.
En todas estas variables situacionales del concepto filosófico, ideológico y sociológico-político “clase trabajadora”, la Socialdemocracia-Democracia Social deberá encontrar respuestas de política pública porque es la inclusión social el desafío estratégico ante el anatema “todo mercado-nada Estado”.
Por otra parte, y de manera cardinal, ha de contemplarse la asunción de los valores de la Doctrina de los Derechos Humanos (DD.HH.), partiendo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en 1948; así como los fundamentos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), establecidos desde 1919.
Para el caso costarricense que como país se dice que hemos asumido una militante conducta política de respeto a los Derechos Humanos, a todos los DD.HH.; está más que demostrado la creciente distancia que se está manifestando entre el postulado y el compromiso-país, vs. la creciente pobreza, vulnerabilidad de pobreza, debilitamiento de las políticas públicas para la inclusión social y económica. Nos desdibujamos con nación preocupada por la equidad. Eso es cosa del pasado.
Finalmente, hay que ser claros: la ausencia de un proceso de transformación tributaria estructural acabó con la Socialdemocracia; y si tal ausencia persiste, tampoco habrá espacio para la Democracia Social.
Secretario General
Asociación Nacional de Empleados Públicos y Privados (ANEP)