¿De quién fue la brillante idea de ampliar a Ucrania la pertenencia a la OTAN?

Harold Meyerson

Ucrania

De ese maestro de la política exterior y militar, George W. Bush…

Permítaseme afirmar desde el principio que no creo que la absurda invitación que hizo la OTAN a Ucrania en 2008 fuera causa aproximada, o incluso no aproximada, de la decisión de Vladimir Putin de invadir ese país. Dado el compromiso de Putin de crear una Gran Rusia neozarista, creo que la invasión habría tenido lugar en cualquier caso. En todo caso, la campaña, más creíble, de Ucrania para entrar en la Unión Europea, que probablemente empujaría a Ucrania a convertirse en un estado más liberal, suponía la mayor amenaza en la mente de Putin, puesto que un liberalismo floreciente en la frontera de Rusia haría más difícil mantener la autocracia de derechas en la propia Rusia. El cerco de la OTAN, que claramente no iba a ocurrir en ningún caso, no era una amenaza seria. El cerco de Europa, con su cultura menos machista y más liberal, sí.

Pero el fantasma, por descabellado que fuera, del cerco de la OTAN ofrecía a Putin un pretexto para la invasión, más creíble, al menos, que la afirmación de que Ucrania era un régimen nazi. Pero culpar a la OTAN de obligar a Putin a bombardear a la población civil de Ucrania es un poco como culpar al Tratado de Versalles de la decisión de Hitler de hacer la guerra a Europa, Rusia y los Estados Unidos, el cual, tal como escribió John Maynard Keynes en 1920, imponía reparaciones ruinosas a Alemania. Sí, el tratado fue una mala idea que ayudó a los nazis a llegar al poder, al igual que fue también una mala idea la invitación de 2008 que la OTAN extendió a Ucrania y Georgia, la cual, tal como señaló George Kennan en su momento, fue un acto de estupidez geopolítica de primer orden, un insulto gratuito a Rusia.

¿Y de dónde provino ese insulto? Nada menos que de George W. Bush, que se lo impuso a una OTAN reticente porque quería «dejar huella» con vistas a su legado antes de que terminara su mandato, tal como informó en su momento The New York Times, citando a un consejero de Bush. En la conferencia de la OTAN de 2008 en Bucarest, Alemania, Francia, Italia, Bélgica y los Países Bajos se opusieron enérgicamente a invitar a esos dos paises a unirse, ya que ninguno parecía estar ni remotamente preparado para la tarea, y debido a que Rusia -con o sin Putin- vería claramente la invitación como una afrenta. Según el NYT, «Alemania y Francia han declarado que creen que, dado que ni Ucrania ni Georgia son lo suficientemente estables como para entrar hoy en el programa, un plan de adhesión sería una ofensa innecesaria para Rusia, que se opone firmemente a la medida». Entre las naciones europeas principales, sólo el Reino Unido, bajo el mandato del blairista Gordon Brown, se adhirió a Bush en este asunto, como hiciera en la guerra de Irak.

La canciller alemana, Angela Merkel, se mostró especialmente molesta por el hecho de que Bush, desviándose de la agenda acordada, insistiera en plantear el tema y exigir de hecho que la OTAN extendiera esa invitación. Cosa que hizo, en contra del criterio más sabio de las principales potencias europeas. El comunicado oficial que emitió la OTAN al término de esa reunión contenía numerosos compromisos para tratar de acercar a Rusia a Europa, y un compromiso (el punto 23) para invitar a Georgia y Ucrania, como si fuera a calmarse Putin con todos esos puntos amistosos y se tranquilizara Bush con el punto 23.

A pesar de la promesa del punto 23 de que la OTAN trabajaría con Ucrania y Georgia para prepararlas para su entrada en la alianza, esa labor, de hecho, nunca se llevó a cabo. La parte europea del Atlántico Norte nunca mostró ningún interés real en incorporar a Ucrania y Georgia, por las mismas razones por las que se había opuesto a la idea en primer lugar.

Sin embargo, el punto 23 cargó a los tres sucesores de Bush -Obama, Trump y Biden- con el dudoso «legado» de Bush. A pesar de sus considerables diferencias, ninguno de ellos pensó que valíera la pena intentar derogar el punto 23 o actuar en consecuencia. Así que ahí quedó, igual que los desastrosos desbarajustes de Irak y Afganistán, una idea más de Bush que acabó volviéndose en contra de sus progenitores y trayendo aflicción al al mundo entero, aunque sólo proporcionó un pretexto para la aflicción que hoy le inflige a Ucrania Putin.

Harold Meyerson ha sido columnista del diario The Washington Post y editor general de la revista The American Prospect. Considerado por la revista The Atlantic Monthly como uno de los cincuenta columnistas más influyentes de Norteamérica, Meyerson es además vicepresidente del Comité Político Nacional de los Democratic Socialists of America.

Fuente: The American Prospect
Traducción: Lucas Antón para sinpermiso.info

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Un comentario

  1. ¿Los desastrosos «desbarajustes» de Irak y Afganistán?
    Tuve que leerlo varias veces para convencerme de que realmente estaba leyendo «desbarajustes».

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