¿Cultura? ¿Arte? ¿Entretenimiento?

Monólogos con Pelé *

Lina Barrantes Castegnaro

Lina Barrantes

Las declaraciones que circularon en días pasados, de Pilar Cisneros diciendo que había que hacer un sacrificio en cultura, producto de la pandemia, y dejar de ir a Disney por un año o dos, son dramáticas. Lo son, no solo porque son expresiones para ricos (¿que será del 60% o 70% o a lo mejor 80% de la población costarricense que nunca ha tomado un avión?) sino y sobre todo porque nos muestran como alguien medianamente culto, puede ser tan ignorante. Sus palabras me han provocado escribir estas líneas.

La cultura no es entretenimiento. Disney es entretenimiento. Ver tele no es cultura, es entretenimiento. Jugar con mis perros tampoco es cultura, es entretenimiento. ¡Jugar solitario en la computadora también es entretenimiento!

¿Que es cultura? UNESCO (la Organización de Naciones Unidas que se ocupa de la Cultura) la define como: “el conjunto de los rasgos distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan a una sociedad o un grupo social.” Vamos a nuestro país: la cultura costarricense es la protección del medio ambiente: nuestro país tiene muchísimos años de proteger el medio ambiente. Logramos demostrar desde 1987 que el desarrollo no tenía por qué venir acompañado de la destrucción de bosques. Aunque tenemos muchos problemas, como la contaminación de nuestros ríos, como la explotación ilegal del oro en Crucitas, como los intentos —dichosamente aplacados— de volver a la pesca de arrastre de camarón (que también impulsa Rodrigo Chaves). Somos un país básicamente verde, con aproximadamente una cuarta parte de nuestro territorio protegido.

Cultura es el derecho a la paz. Es que desde 1871 vengamos construyendo un cuerpo jurídico que nos permite hablar de un derecho a la paz. Es que tenemos esto tan incrustado en nuestro ADN que somos millones los que consideramos que tener armas en la casa, es un peligro (¡más de la mitad de los adultos!).

La mezcla de ambas es que tengamos una ley de vida silvestre que prohíba la cacería.

Cultura es conservación de memoria histórica.

Cultura es la gastronomía. La cultura es tangible y también intangible, por eso la tradición del boyeo es cultura en Costa Rica, y en Italia la del muchacho que hace pizza es reconocida como tal.

Cultura es, que estemos convencidos y hagamos esfuerzos por cumplir la meta de Naciones Unidas de construir sociedades justas, pacificas e inclusivas, y que como Naciones Unidas señala, sepamos que la única ruta para llegarle es “la paz, estabilidad, respeto por los derechos, gobernanza efectiva y estado de derecho”.

La cultura va mucho más allá de las artes. Las expresiones artísticas son las artes visuales, la danza, la música y las artes escénicas. También la fotografía y la cinematografía.

De vuelta a Costa Rica, y a las expresiones recientes, de pandemia y de campaña: la cultura no es el Ministerio de Cultura y Juventud. El Ministerio no es una agencia de empleo, ni existe para distribuir dinero entre los artistas. El Ministerio de Cultura y Juventud fue creado para promover las artes (no exclusivamente) sino la cultura, en todas sus expresiones; es el brazo por medio del cual, el Estado costarricense impulsa el conocimiento y desarrollo de las culturas. Con el apoyo del articulo primero de nuestra carta magna, Costa Rica es una República multicultural, por lo que desde el Ministerio —como país—, hemos creado instituciones, políticas e incentivos que abarquen este crisol de diversidad cultural como por ejemplo, el SINEM, que busca por medio de la música tenderle una mano a niños y niñas en riesgo social, en procura de que sean mejores y mas felices costarricenses; para ellos, tener un instrumento musical en sus manos es transcendental en sus vidas aunque no tengan el poder económico de ir a Disney. En fin, la cultura nos da identidad, felicidad, calidad de vida, continuidad en el tiempo y satisfacción tanto personal como grupo humano. No puedo imaginar un pueblo sin un minuto de cultura, sin artistas, sin artesanos, sin identidad, sin patrimonio, sin gastronomía, sin historia, sin el propósito de la existencia misma del ser humano: su cultura.

Pele fue mi perro, un beagle. Durante 10 años, escuchó pacientemente las reflexiones que de vez en cuando decidí poner en blanco y negro. Por su complicidad, decidí poner este nombre a la columna.

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