Por Claudius Lüder (dpa)
El componente más caro de un coche eléctrico es, por lejos, la batería, y su duración es criterio decisivo para muchas personas. Para muchos conductores también es muy importante que el tiempo de recarga de la batería sea corto.
Los coches eléctricos modernos pueden alcanzar una autonomía de hasta 400 kilómetros con una sola carga. Sin embargo, las discusiones sobre la escasez de estaciones de carga pueden fomentar el miedo a quedarse sin electricidad en medio de la ruta. La duración de la batería también depende en gran medida de cómo uno mismo realiza el repostaje y del comportamiento de conducción.
Los conductores amantes de la velocidad suelen consumir más energía. En este sentido, los coches eléctricos y los motores de combustión no son tan diferentes.
A continuación, algunos consejos para tener en cuenta a la hora de la recarga y cómo se puede alargar la vida de la batería.
Evitar el calor y el frío
No importa si es invierno o verano: «En los vehículos eléctricos, la temperatura es muy decisiva, lo que se debe a los procesos químicos dentro de la batería», explica Markus Gregor, de la empresa alemana de certificación e inspección técnica Tüv Süd.
Una batería reacciona con la misma sensibilidad al frío que al calor extremo. En ambos casos, la batería pierde su capacidad más rápidamente. Lo ideal es que la temperatura esté entre 20 y 30 grados. Por lo tanto, en los meses de verano, un coche eléctrico debe aparcarse siempre a la sombra. En invierno, conviene que encuentre resguardo en el garaje.
Vida útil de una batería
«Según nuestra experiencia, las baterías de los coches eléctricos tienen una vida útil de entre ocho y doce años», explica Gregor. Agrega que posteriormente, a menudo, solo alcanzan entre el 70 y el 80 por ciento de su capacidad.
El rango efectivo del estado de una batería y su funcionamiento es amplio, tal como también demuestra un análisis de baterías desechadas. «En las pruebas medimos estados muy diferentes, entre el 50 y el 95 por ciento de la capacidad original», comenta el experto.
El Automóvil Club Alemán (ADAC) llegó a resultados similares: un BMW i3 seguía teniendo una capacidad eléctrica del 86 por ciento después de cinco años y 100.000 kilómetros de rodaje. Este número extrapolado a diez años representaría el 70 por ciento de la capacidad a los 200.000 kilómetros.
El número y la duración de los procesos de recarga son decisivos
Si bien no se puede evitar completamente que la batería pierda capacidad, los expertos distinguen dos tipos de envejecimiento. «El envejecimiento cíclico se basa en los procesos de carga, mientras que el envejecimiento natural se refiere al proceso de envejecimiento de los componentes químicos de una batería», detalla Gregor.
Cada recarga envejece la batería. Pero el factor decisivo es cómo se carga la batería de un coche eléctrico. Es decir, los usuarios pueden influir en el proceso de envejecimiento. «Si se cuida bien la batería, seguro que se puede usar por mucho más tiempo», aclara el técnico.
En su opinión, esto también incluye no utilizar una estación de carga rápida con más frecuencia de la necesaria. «La carga rápida tiende a envejecer la batería porque, en pocas palabras, los electrodos tienen que pasar muy rápidamente de un lado a otro y eso provoca deficiencias», precisa.
Según el experto alemán, una estación de reposte rápida es aquella que tiene una potencia de 48 kilovatios o más. Hoy por hoy, es posible contar con recargas de hasta 350 kilovatios de potencia.
A título orientativo, los coches eléctricos consumen de media entre 15 y 25 kilovatios hora por cada 100 kilómetros, de acuerdo al modelo.
Evitar descargas durante pausas de conducción más largas
A diferencia del motor de combustión, una batería también envejece cuando el vehículo está simplemente parado. «Por ejemplo, aparcar un coche eléctrico en un estado de carga elevado durante un período de tiempo prolongado puede suponer una exigencia importante para la batería», destaca Lennart Hinrichs, de la empresa de análisis de baterías Twaice.
Si se prescinde del vehículo eléctrico, por ejemplo durante las vacaciones, lo mejor es asegurar un estado de carga entre el 30 y el 70 por ciento. De esta manera se evita la descarga profunda, que puede dañar la batería.
Cargar la batería de forma sostenible
Hinrich señala que no es bueno llenar la batería completamente. «Muchos usuarios todavía tienden a hacerlo porque es lo que hacían con un coche con motor de combustión. Pero como norma, esto no es bueno para las baterías y debería evitarse», sostiene.
Muchos fabricantes ya han reaccionado a esto y en muchos casos los coches ya vienen de fábrica configurados con un nivel de carga en torno al 80 por ciento. Además, Hinrichs apunta que muchos sistemas de gestión de baterías también evitan que el usuario final cometa errores al cargarlas.
La carga lenta es ideal para un buen mantenimiento de la batería. «Si se tiene tiempo, lo mejor es cargar el vehículo lo más a menudo posible con el adaptador para el enchufe normal de la casa», aconseja Gregor. El especialista hace hincapié en que si bien esta forma de reposte lleva mucho tiempo, es la manera más sostenible de cargar la batería.
Los expertos aconsejan que si se arranca habitualmente el coche a una hora determinada y se tiene la posibilidad de programar la recarga de la batería justo antes de salir, es lo más conveniente.
«Esto tiene la ventaja de que la batería ya está precalentada para el próximo viaje, lo que a su vez protege la química de la batería», explica Gregor. En la mayoría de los coches eléctricos, el horario de carga puede incluso programarse.
Sustitución de piezas individuales
Si la capacidad de la batería ya no es suficiente para completar el trayecto diario, no es necesario sustituirla por completo. A menudo es posible reemplazar los módulos individuales de la batería, aunque hasta ahora no es un procedimiento muy corriente.
«Desgraciadamente, los fabricantes siguen siendo muy cautelosos al respecto, aunque las baterías están básicamente diseñadas para ser reparables», afirma Manuel Griesmann, experto en tecnología del ADAC.
Sustituir completamente una batería es caro y no necesariamente vale la pena. «En el caso de los vehículos eléctricos comerciales, como los autobuses, esto es bastante habitual, porque aquí la batería también se utiliza mucho. En el caso de un coche particular, esta cuestión se basa en gran medida en el valor del vehículo», señala Hinrichs.
Dado que los costes de un cambio de batería pueden alcanzar rápidamente entre 10.000 y 35.000 euros (9.900 a 34.600 dólares), incluyendo la instalación y el desmontaje, un cambio merece la pena sobre todo en el segmento de autos de mayor valor.
dpa