¿Cómo construir una alternativa de izquierda en Polonia?

Federico Fuentes entrevista a Zofia Malisz

Una nueva generación de militantes ha logrado instalar una voz progresista en el debate nacional y, tras la invasión rusa de Ucrania, ha organizado la solidaridad con la resistencia de ese país vecino.

Entrevista a Zofia Malisz

Zofia Malisz, integrante de la Oficina Internacional de Razem (Juntos), habla sobre la historia de la organización, la política polaca y la posiciones en torno de la invasión rusa de Ucrania. Y también de un objetivo mayor: debilitar el duopolio entre dos derechas, la conservadora y la neo(liberal).

¿Podría hablarnos sobre la historia y los posicionamientos de Razem en el contexto de la política polaca?

Razem fue conformado en 2015 por un grupo de activistas de izquierda con años de experiencia en los movimientos verde y feminista polacos, junto con miembros de las Juventudes Socialistas.

El impulso para crear un nuevo partido fue doble. Uno fue la frustración que surgió bajo el gobierno liberal de Donald Tusk (2007-2014). Cada vez que se exigía que el gobierno se centrara en el gasto social en lugar de los recortes y las privatizaciones, la respuesta de Tusk era decir que Polonia todavía estaba en su etapa de transformación [hacia una economía de mercado] y que no era el momento de construir un Estado de Bienestar. La frustración creció a medida que se implementaban políticas neoliberales a una velocidad vertiginosa para complacer a las elites empresariales, mientras se negaba a las personas incluso beneficios sociales modestos y se desmantelaban los servicios públicos. Todo esto ocurrió al tiempo que se desarrollaban protestas contra la austeridad en Grecia, algo que apoyamos y que inspiró a Razem.

El otro factor importante fueron las protestas contra la Guerra de Iraq y contra la participación de Polonia en la ocupación de Afganistán. Varios activistas que continuaron construyendo Razem procedían de estos movimientos de protesta. Las revelaciones sobre supuestas prisiones estadounidenses ilegales en Polonia, utilizadas para torturar a miembros de Al Qaeda, crearon una gran indignación. Ver al gobierno polaco inclinarse ante el imperialismo estadounidense sin oposición -y, de hecho, alentado por la corriente principal, incluidos los antiguos activistas de Solidarność [Solidaridad]- alimentó la frustración de la izquierda.

Razem se formó como una expresión de esta indignación y frustración que se había acumulado durante el proceso de transformación.

Esto todavía preocupa especialmente a los jóvenes. A diferencia del antiguo establecimiento comunista o de las nuevas elites liberales alineadas con los negocios, ellos no tuvieron la oportunidad de enriquecerse durante la transición al capitalismo.

Entrar en la vida profesional, y más aún formar una familia, se ha convertido en y sigue siendo algo muy difícil si vives en condiciones precarias. Nuestros colíderes Magdalena Biejat y Adrian Zandberg han destacado la situación de la vivienda, particularmente porque los precios de los alquileres y los bienes raíces han aumentado drásticamente. Polonia enfrenta un problema de caída de población en un contexto de fuerte retroceso en el derecho al aborto y presiones del alto costo de vida, que impiden que los jóvenes comiencen una vida independiente.

En términos de la política de Razem, diría que una diferencia entre este partidoy gran parte de la izquierda occidental es que no usamos un lenguaje ideologizado y, en cambio, comunicamos valores de izquierda de manera natural.

Esto se debe a que, después de la década de 1990 [con la caída del régimen comunista], incluso usar la palabra «socialismo» se volvió problemático. Hubo una reacción violenta que la derecha y los neoliberales aprovecharon con entusiasmo para desacreditar cualquier idea de un Estado social. Esto sucedió a pesar del hecho de que la tradición socialista de Polonia es mucho más antigua que la existencia del Bloque del Este y desempeñó un papel muy significativo y positivo en la construcción del Estado independiente polaco. Sin mencionar que, al contrario de lo que los ideólogos conservadores quieren hacer creer, los ideales de Solidarność eran socialistas.

Razem se inspiró en el enfoque de la izquierda moderna adoptado por Podemos en España, que mostró cómo comunicar las ideas socialistas de una manera diferente y la importancia de encontrar nuevas formas de romper los duopolios de derecha. En el caso de la política polaca, tenemos un duopolio entre la derecha liberal y la derecha conservadora que domina la escena.

Primero teníamos que traer de vuelta a la izquierda e insertar una agenda de izquierda en el centro del debate político polaco. Tuvimos que traer de vuelta la protesta social y la sindicalización a la práctica política polaca cotidiana, y lo logramos. Estas fueron nuestras motivaciones.

Desde entonces nos hemos enfrascado en una lucha, a veces dramática, por el espacio en el terreno ocupado por este duopolio. Este se manifiesta como una guerra de tribus de derecha que es fuente de sustento para sus elites. Así que era vital para nosotros evitar la trampa de involucrarnos en discusiones vacías.

Los liberales polacos reducen todas las cuestiones sociopolíticas a si esto ayuda a derrotar a los conservadores, y viceversa, sin considerar ningún problema en sí mismo. El pueblo polaco está cansado de esta lucha ritualista. Por eso muchos aprecian el hecho de que nuestros seis diputados se centren en cambio en hablar sobre los problemas reales de la población. Los discursos parlamentarios de Adrian Zandberg son una especie de acontecimiento público muy esperado porque dan la rara sensación de hablar de cuestiones concretas en medio del alboroto de la discusión política. Resuenan porque hay malestar y la gente quiere soluciones. Y saben que pueden depender de nosotros para eso.

La gente valora que los parlamentarios de Razem se presenten temprano en una huelga para apoyar las demandas de los trabajadores y facilitar que los jefes se sienten a la mesa. Aquí es donde pudimos marcar la diferencia en varias acciones en empresas industriales en los últimos años.

Polonia a menudo se agrupa como parte de un conglomerado de países autoritarios de extrema derecha en Europa del Este. ¿Qué tan preciso es esto? ¿Qué nos puede decir sobre el gobierno actual?

El mismo año en que se formó Razem, se eligió un gobierno cristiano conservador. Descubrieron que la clave para ganar era ofrecer algo que la gente quisiera, algún tipo de beneficio social, en este caso una asignación por hijo, que los liberales se habían negado a conceder.

El gobierno conservador solo obtuvo una mayoría porque incorporó elementos sociales en su agenda. Cuando se le pregunta a la sociedad polaca sobre las políticas que prefiere, la mayoría de las veces se señala una forma de socialdemocracia con servicios públicos sólidos. Los conservadores han explotado esta necesidad para su beneficio político, pero claramente no han logrado desplegar una agenda social integral. En todo caso, es claro que para llegar al poder no hicieron campaña para prohibir el aborto o desmantelar el Poder Judicial. Pero nada más ganar, atacaron los derechos humanos y las instituciones del Estado. Comenzaron a suscitar guerras culturales en campañas posteriores, por ejemplo, utilizando chivos expiatorios y acosando a las personas LGTBI+.

Estas políticas son apoyadas por la Iglesia católica. La mayoría conservadora le debe grandes favores a la Iglesia; muchas de estas cosas suceden como una forma de intercambio clientelar entre la Iglesia y el gobierno. Pero estas no son políticas que tengan un apoyo mayoritario. Las encuestas muestran que la mayoría de los polacos apoyan el aborto legal y las uniones civiles para parejas del mismo sexo. La sociedad polaca se ha estado secularizando dramáticamente en los últimos años. Los conservadores han ido perdiendo esta batalla y la rabiosa reacción de los grupos fundamentalistas incrustados en el entorno del gobierno así lo refleja.

A diferencia de Hungría, el gobierno polaco no ha podido socavar el sistema electoral y, si bien los intentos de manejar el Poder Judicial han tenido un gran éxito, enfrentaron protestas populares. Además, debido a la resistencia de la Unión Europea a aceptar estas reformas ilegales, el gobierno se ha topado con un muro de entusiasmo de los polacos hacia ella. Esta es una gran diferencia con Hungría: el gobierno aquí no fue capaz de encontrar una manera fácil de evitar el hecho de que la gente no vaya a apoyar ninguna forma de «Polexit».

Razem tampoco, por cierto, ya que creemos que la Unión Europea necesita urgentemente una reforma social y democrática, pero que Polonia debería quedarse y contribuir a fomentar la integración y la asociación en el continente. El hecho de que Polonia esté a favor de la integración europea ayudó a derrotar los ataques del gobierno a nuestro sistema de checks and balances.

El resultado fue que todos los movimientos orbanistas que hizo el gobierno, incluida la persecución de mujeres y personas LGTBI+, provocaron una ola de protestas sin precedentes. Las manifestaciones contra la prohibición del aborto fueron enormes y abarcaron todos los estratos de la sociedad. Esto provocó una caída dramática del gobierno en las encuestas y es poco probable que los conservadores obtengan una mayoría parlamentaria en las elecciones de este año.

En cuanto a la idea de que Europa del Este es esencialmente autoritaria y está llena de nacionalistas de extrema derecha, diría que esto es el resultado de décadas en las que se desestimó la agencia de Europa del Este. A menudo es una representación preformateada y conveniente de los medios que halaga los egos en Occidente. Todos sabemos en qué problemas se encuentran los países de Europa occidental con respecto a las amenazas de la derecha, basta mirar a Italia o a Francia con [Giorgia] Meloni y [Marine] Le Pen, o el reciente complot de los extremistas alemanes para dar un golpe de Estado.

Pero de alguna manera, los medios globales y la propaganda rusa logran llamar la atención exclusivamente sobre las tendencias autoritarias de derecha en Europa del Este, oscureciendo el hecho de que existen movimientos de izquierda y una sociedad civil progresista, y despreciando el impulso emancipador y democratizador que está bien vivo en la gente. Esto contribuye a la imagen de Europa del Este como un remanso especialmente conservador, hostil a las ideas progresistas, lo que no es realmente el caso y ni una realidad inmutable.

Por supuesto, hay elementos de esto, pero se está exagerando increíblemente en Occidente, incluso dentro de la izquierda occidental. Miremos a Eslovenia con Levica [La Izquierda], Croacia con Mozemo [Podemos], Letonia con Progresivie [Progresistas] o Polonia con Razem, y descubriremos movimientos de izquierda inspiradores que implementan cambios progresistas en su países y en las políticas municipales, y habrá más sorpresas como esa en el futuro a las que deberá prestarse atención.

Particularmente con respecto a Ucrania, es vital que agrupamientos como el Movimiento Social sean apoyados en el contexto de resistencia y reconstrucción después de que la agresión rusa sea derrotada.

¿Cómo respondió Razem a la invasión de Ucrania por parte de Putin? ¿Por qué insiste Razem en la necesidad de enfrentarse al imperialismo ruso?

Razem no tuvo dudas sobre cómo reaccionar dada la experiencia histórica común de nuestros países con el imperialismo ruso. No teníamos absolutamente ninguna duda de que esta invasión representaba una amenaza existencial para Ucrania, que no podía haber compromiso y que la reacción de nuestro partido era crucial.

Desafortunadamente, estábamos muy decepcionados con las organizaciones progresistas, incluidas aquellas a las que en ese momento pertenecíamos [como la Internacional Progresista], que permanecieron en silencio hasta y después de la invasión, e incluso después de la masacre de Bucha.

Esto fue decepcionante, pero también, lo admito, es posible que hayamos estado un poco ciegos ante una tendencia obvia que existe dentro de parte de la izquierda de poner el acento solo en el imperialismo estadounidense mientras deja libre al imperialismo ruso. Rápidamente quedó claro que una gran parte de esa izquierda no es capaz de aceptar lo que para nosotros son dos cuestiones existenciales: que Ucrania es un Estado soberano y que el imperialismo ruso existe.

Por el contrario, representantes de la izquierda en Polonia (Razem), Finlandia (Alianza de Izquierda), Lituania (Alianza de Izquierda), República Checa (Alianza para el Futuro, La Izquierda) y Rumania (Partido Democracia y Solidaridad-Demos) se reunieron en Varsovia el 8 de marzo de 2022 con representantes de la organización del Movimiento Social de Ucrania para escucharlos y preguntarles qué necesitaban. La izquierda danesa (Alianza Roja-Verde) no estuvo presente en la reunión pero luego envió su apoyo.

Quedó claro que deberíamos hacer campaña, primero, para apoyar a la izquierda y la resistencia armada de Ucrania. Esto se hizo en contra del considerable retroceso del llamado movimiento contra la guerra en las sociedades occidentales imperiales o posimperiales. A menudo, descubrimos que los militantes de izquierda ucranianos tenían que luchar por su derecho a hablar incluso en eventos organizados por la izquierda occidental. Así que esto fue una lucha y sigue siendo un punto vital: afirmar la existencia y amplificar la voz de la izquierda ucraniana. Su voz, una vez escuchada, atraviesa inevitablemente todas las cortinas de humo de la propaganda: lideran, sin duda, una lucha justa por la autodeterminación contra un agresor imperialista.

Desde entonces, la unidad iniciada en Varsovia se ha extendido a otros partidos de izquierda nórdicos y centroeuropeos, y más recientemente a grupos de izquierda de los Balcanes. Estamos construyendo una red para compartir información no solo sobre nuestra experiencia común con respecto al imperialismo ruso, sino también sobre el proceso de la dura transformación neoliberal en los estados del antiguo Bloque del Este.

Junto con el Movimiento Social y otros aliados como el Bloque de Izquierda Portugués o el Partido de la Izquierda sueco también lanzamos una campaña para pedir la cancelación de la deuda de Ucrania, que está restringiendo sus esfuerzos de guerra y la capacidad de mantener a flote su economía. Hemos tenido algunos éxitos: se aprobó un proyecto de ley en la Cámara de Representantes de Estados Unidos que pide al gobierno que interceda ante los acreedores en nombre de Ucrania, y el tema también se planteó en Reino Unido y en el Parlamento Europeo. Esta es una campaña que esperamos aprovechar como un ejemplo de campañas de solidaridad hacia el exterior. Preferimos trabajar con partidos, sindicatos y movimientos que rindan cuentas ante sus votantes, sus miembros y la población.

Los debates sobre la geopolítica realista y la multipolaridad quizás impulsen las ventas de libros, likes de Twitter e invitaciones a paneles de debate, pero no ayudan al pueblo ucraniano que lucha contra la agresión genocida de un vecino que apuesta por el neocolonialismo en el siglo XXI.

¿Cómo ve el tema del expansionismo de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN)?

Tenemos claro que la influencia del militarismo occidental no es bienvenida en Polonia. Pero reconocemos que estamos en una situación compleja. A diferencia de la izquierda que opera en el corazón de un imperio, la izquierda en nuestra parte de Europa no puede darse el lujo de adoptar una postura puramente ideológica que esté divorciada de las realidades de seguridad de los pueblos de nuestra región.

Por un lado, ante la falta de una arquitectura de seguridad europea adecuada, la OTAN representa actualmente la única garantía de protección para los ciudadanos polacos. La gran mayoría de los polacos quieren esta protección porque son conscientes de la amenaza que representa el imperialismo ruso. Por eso no creo que podamos hablar honestamente del expansionismo de la OTAN en nuestra región. En cambio, lo que teníamos eran países que solicitaban desesperadamente unirse a la OTAN en la década de 1990, mientras que Estados Unidos inicialmente no era tan favorable a esas incorporaciones.

Para la gente de nuestra región, el expansionismo ruso es la amenaza existencial. Y es Rusia la que se está expandiendo hacia y a través de nuestra región al invadir Ucrania. Si observamos honestamente la historia de las relaciones entre la OTAN y Rusia con respecto a Europa, veremos que fue Rusia la que una y otra vez dio el primer paso adelante con la voluntad de escalar.

Políticamente, se puede hablar de apaciguamiento con respecto a la política de Europa occidental hacia Rusia en las últimas décadas. Militarmente, en cuanto al despliegue de tropas y armas, no se puede hablar de provocación. Por otro lado, Razem se ha opuesto activamente a cualquier participación polaca en las intervenciones poco legales de la OTAN, como en Afganistán, Libia, Iraq, etc. Cualquier acción arbitraria motivada por el extractivismo primitivo o impuesta a los miembros de la alianza a través de la presión política estadounidense es para nosotros el verdadero significado del «expansionismo de la OTAN». Y nos oponemos.

También tenemos claro que tales acciones solo han envalentonado a Rusia y le han proporcionado precedentes para llevar a cabo sus propias acciones imperialistas descaradas. Razem es consciente de que hay varios imperialismos en juego en nuestra parte de Europa y que no podemos darnos el lujo de tomar partido apoyando a un imperialismo sobre otro.

Nota: una primera versión en inglés de esta entrevista se publicó en la revista Green Left.

Fuente nuso.org

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