Cementazo: burla al sistema político y económico

Ágora*

Guido Mora
guidomoracr@gmail.com

Guido Mora

Posiblemente muchos de ustedes estén cansados de leer, escuchar y comentar este tema. Les ofrezco disculpas por ser repetitivo y retórico sobre el tristemente célebre crédito que otorgara el Banco de Costa Rica al empresario Juan Carlos Bolaños.

Pero, como director de una PYME, como empresario y como costarricense, da rabia y genera una gran frustración observar cómo, mientras la mayoría de las empresas del país, para poder solicitar un crédito no de 50, 20 o 1 millón de dólares, sino un triste y miserable crédito de 20, 30 o 50 millones de colones, para realizar una inversión, debe someterse a un escrutinio vergonzoso, en donde le revisan estados financieros de tres o más años, créditos personales y demás información privada de la persona jurídica y sus socios.

Da rabia saber que si, como director de una PYME, se atrasa unos días con el pago de un crédito, el banco lo persigue y le restringe sus actividades económicas, incluso congelando sus cuentas.

Más frustrante y peor señal para el país, constituye ver cómo, para cualquier actividad que se realice con el Estado, deben la mayoría de las empresas, como dicta la Ley, estar al día con las obligaciones de la Caja Costarricense de Seguro Social y resulta que el señor Bolaños tiene deudas con esta institución por el orden de 16 millones de colones y, aun así, mantiene contratos con varias instituciones, supongo que obtenidas mediante licitación pública.

Y eso no está mal, al fin y al cabo, es lo que debe hacer el Estado, cumpliendo con la normativa vigente: garantizar y asegurar la operación y el pago de los dineros que, al fin y al cabo, son de todos los costarricenses.

Lo triste de todo esto, es que resulta una burla a todo el sistema bancario, al sistema político y a la democracia, que una persona, inventándose una empresa, como parece ser que se hizo e, invirtiendo en una importación tan riesgosa como la del cemento, por las características técnicas y químicas de este producto, pueda obtener, por sus contactos personales, sociales o políticos, un crédito de 30 millones de dólares en un banco y según se comenta, créditos en el sistema bancario nacional por, aproximadamente, 50 millones de dólares (28 mil millones de colones), Todo esto con el concurso de los actuales arrendatarios de la Casa de Cristal.

Resulta que, una vez más, nos venimos a dar cuenta que, aunque como lo dicta el sistema político costarricense, todos somos “iguales ante las Ley”, hay unos más iguales que otros, que pueden acceder a los recursos de todos los ciudadanos, bajo la premisa de que se privatizan las utilidades, pero se socializan las pérdidas.

Esta situación nos llena de estupor. Y no es como lo indicaron los miembros de la Junta Directiva del Banco de Costa Rica ante los Diputados, el pasado 29 de agosto, que ellos “no son quienes aprueban créditos”. Es que la participación confesa o no de algunos miembros de la Junta Directiva en este tema del cemento y otros créditos cuestionados, debe constituirse en razón y motivo, para responsabilizar política y penalmente a los miembros de este cuerpo colegiado, tal como se hizo en su momento, con los miembros de la Junta Directiva del Banco Anglo.

El Fiscal General por su parte, debe actuar de oficio e investigar los extremos políticos y económicos de esta operación, que está en la antesala de posibilitar, ante la argumentación de la violación del secreto bancario, la pérdida de 30 millones de dólares, que no le pertenecen al Banco de Costa Rica, sino a todos los costarricenses.

El Presidente de la República por su parte, debe de reconocer que, si lo que procuraba era romper el oligopolio del cemento, salió más cara la cura que la enfermedad: al final resultó que su concurso y el de otros funcionarios públicos, permitió que el “lobo se metiera al gallinero”, con las subsecuentes consecuencias que esto conlleva. Luis Guillermo Solís, desde el Poder Ejecutivo, debe asumir la responsabilidad que le corresponde en este terrible episodio de corrupción, que iguala a este primer gobierno del PAC, con otros similares, en que incurriera le bipartidismo en el pasado.

En relación con el Primer Poder de la República, es indispensable repensar el papel del Congreso.

El daño que le hizo Juan Carlos Bolaños a la Asamblea Legislativa, con su comparecencia y la burla que su presencia significó con sus respuestas ambiguas, su gastritis e incapacidad dudosa y los burlescos argumentos, sólo tiende a restar autoridad a la majestad del puesto de Diputado y al Congreso.

Los Diputados, por su parte, hicieron gala también de gran falta de preparación para realizar un interrogatorio que debía exponer, no por las respuestas, sino por las preguntas, el nivel de corrupción que subyace en este asunto.

En otro orden de costas, debe esclarecerse con absoluta transparencia ¿cuáles políticos, visitaron a Juan Carlos Bolaños?, ¿qué propósito tenían?, ¿qué buscaban? y a ¿que respondía su presencia en el famoso Hangar 5 del Aeropuerto Tobías Bolaños?, lugar al que asistieron para encontrarse con el principal protagonista de este penoso episodio. Y aunque ya el señor Bolaños no recuerda que iba a hacer a este lugar o si tenía o no aeronaves u otros intereses, debe aclararse que motivó la presencia de una importante lista de políticos, en ese espacio físico.

El daño causado por el señor Bolaños es muy profundo, pero más insondable será, si priva el silencio, la impunidad y prevalece la complicidad de importantes actores políticos, con este fétido caso de corrupción, del que estamos siendo testigos.

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* El Ágora era el centro de la actividad política, administrativa, comercial y social de la antigua Atenas.

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Un comentario

  1. Luis Fernando Díaz

    Excelente Guido. Valiente, inclusivo y contundente comentario.
    Luis Fernando Díaz

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