Bioregionalismo y desarrollo regenerativo

Mauricio Ramírez Núñez

Mucho se ha conversado sobre los modelos de desarrollo a lo largo de la historia. Nos ha quedado claro, que la ideología del progreso más allá de traernos realmente ese tan anhelado estado de bienestar superior y “final”, nos ha generado graves problemas ambientales sociales económicos y políticos. De cara a los retos que tiene la humanidad siglo XXI, la reflexión profunda sobre el tema del modelo de desarrollo es uno de los más importantes e indispensables para el futuro.

Se ha hablado de desarrollo sostenible, sustentable y en armonía con el entorno. Sin embargo, en la práctica esto queda debiendo muchísimo, ya que no toca algunos pilares importantes que deben de ser tratados con fuerza. Ante esto, desde hace algunos años ya, ha surgido una propuesta integral, holística y completa que realmente plantea un camino diferente, en el cual demuestra que sí es posible construir un desarrollo real, inclusivo y en armonía con la naturaleza. Uno que no sea solamente extracción infinita de recursos finitos, sino que se basa en la regeneración de la tierra, su nombre es el bioregionalismo.

Esta alternativa nace producto de un encadenamiento de acontecimientos que es importante resaltar. En primer lugar y como punto de partida para iniciar la discusión en el presente siglo, tenemos el estudio sobre los límites planetarios, que desde hace ya varios años distintas comunidades científicas serias han empezado a publicar para dar a conocer precisamente la preocupación de la actual emergencia ecológica global que enfrentamos. El profesor y exdirector ejecutivo del Centro de Resiliencia de Estocolmo, Johan Rockström, en 2009 publicó en la reconocida revista Nature un estudio sobre nueve límites planetarios que la humanidad no puede sobrepasar, mientras que el mismo año, otra no menos importante, Ecology and Society, planteó los límites hasta los cuales la humanidad podría llegar en su lógica de uso-explotación de recursos naturales, que nos permita sortear con éxito los retos que tenemos por delante respecto al manejo irracional que hacemos de los mismos. Es una cuestión de supervivencia, según los explican todos estos informes.

Ante estos y muchos otros estudios serios, es menester destacar que la misma Organización de Naciones Unidas (ONU), ha adoptado investigaciones en esta dirección como documentos oficiales para analizar la salud del planeta a partir de sus límites y posibilidades objetivas. Es precisamente del examen exhaustivo de estos estudios que comienza a surgir todo este debate sobre la necesidad de un verdadero desarrollo regenerativo o biodesarrollo, ya que no basta solo con ser “sostenibles”, sino que, debemos migrar hacia nuevas formas de organización, culturales, económicas y sociales, con el fin de que nuestras actividades agreguen valor a los sistemas naturales que sostienen la vida, en vez de restarles, como lo hace nuestro modelo económico abiertamente ecocida.

Aquí es donde entra en juego el bioregionalismo, que es una aproximación de cómo hacer desarrollo regenerativo de las comunidades, a partir del planteamiento de que las comunidades deben analizar cuál es su territorio mínimo o espacio vital, que viene a ser esa unidad básica de superficie que ayuda a sostener la vida en su región. Eso es lo que conforma una bioregión, para de ahí en adelante plantear la administración de sus recursos dentro de prácticas regenerativas, mismas relacionadas directamente con una gestión integral de la tierra, aumentando la biodiversidad y utilizando los ciclos de la tierra, así como las herramientas naturales derivadas de prácticas que atacan el hiperconsumo así como el uso irresponsable de los recursos naturales también considerados como estratégicos.

Estos breves elementos son un resumen de lo que constituye toda la lógica de este modelo. Cabe resaltar que, esto implica en sí mismo un cambio de paradigma, es una filosofía de vida diferente a la del modelo hegemónico de la industrialización, y ahí se encuentra el reto más importante para la gran mayoría de ciudadanos y ciudadanas; en el entenderlo, desarrollar conciencia sobre el estado real del planeta y pasara a la acción concreta. Otro detalle realmente importante y en la dirección correcta, es que todas estas prácticas se encuentran completamente alineadas con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU, mismos que son una especie de guía global, tanto para gobiernos como para organizaciones, empresas y ciudadanía en general que trabajan por la construcción de un mejor futuro.

Por desgracia y contradictoriamente, es en las élites políticas, gobernadas por los poderes fácticos de este mundo, entiéndase económico-financieros transnacionales, donde se encuentra la mayor resistencia al cambio. El mejor ejemplo de esto fue la recién pasada COP25, de la que el mismo jefe de la ONU, el señor Antonio Guterres salió decepcionado, entre otras cosas, por la falta de compromiso y el poco éxito en los esfuerzos por regular los mercados de carbono. Ante esto, el gobierno de Costa Rica, por la imagen de país verde que tiene el país y comprometido con los objetivos antes mencionados, debería de jugar un rol mucho más protagónico tanto a lo interno como en la arena internacional, con el fin de colaborar al alcance de la resiliencia y autosuficiencia de las naciones, así como con el cumplimiento de las metas globales que se han planteado.

Y es que tenemos con qué dar el ejemplo. Actualmente en la provincia de Limón, en el cantón de Talamanca específicamente, hay dos organizaciones formadas por ciudadanos comprometidos y con conciencia de la situación planetaria, que se encuentran trabajando en la dirección correcta tratando de organizar lo que han denominado la Bioregión de Talamanca. Uno de ellos es el colectivo llamado Se-kó (nombre indígena) y el otro, cuyo nombre es Bioregión Talamanca, ambos trabajando para fortalecer este tipo de desarrollo desde las comunidades, con ellas y para ellas. A pesar de que son proyectos independientes, trabajan arduamente de la mano y colaborando bajo un mismo norte. Ahí podemos estudiar casos muy exitosos en lo que se refiere a producción realmente sostenible, con prácticas de resiliencia, permacultura, tecnología y demás, con personas jóvenes llenas de convicción, visión y carácter de emprender y hacer que las cosas pasen.

En otras zonas del país también hay ya personas y colectivos que miran hacia la misma estrella y que ponen sus esfuerzos a diario para transformar la realidad, es cuestión de prestar atención y aprender. El reto nunca ha sido fácil, en especial ahora que el tiempo apremia y las circunstancias son un poco más complejas, esto debe ser un verdadero trabajo en equipo donde pueda facilitarse la articulación de lo público y lo privado, y donde los espacios para la experimentación creativa sean imperativos en el camino a esas propuestas innovadoras.

Profesor de Relaciones Internacionales

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