Atrapado en un bloqueo

De vuelta 8

Mauricio Castro Salazar
mauricio.castro.salazar@gmail.com

Mauricio Castro

Dije hace unos días que no hablaría de los bloqueos ni de la crisis que estamos viviendo. Pero como la presión y la tentación es mucha, les quiero contar una experiencia que tuve en un bloqueo por una protesta en la ruta 32, viniendo de Puerto Limón para San José.

No sé cuántos de ustedes se han quedado pegados en un bloqueo. Les cuento mi historia…

“Dos cocas zero, unas rosquillas, unos meneítos, cuatro cajetas de coco, una lata de semillas de marañón…mejor echó una fanta kolita….¿aunque me dé orinadera?—me pregunté. Solo cochinadas estoy echando—si me viera doña Gis, mi mama, me regañaría”

Ya cuando le iba a pagar al chino del súper de Liverpool, decidí evaluar y calcular los tiempos: “—la kolita tiene demasiada azúcar, si me la tomo aguanto un par de horas sin ganas de orinar, o sea me la puedo tomar por el cruce a Puerto Viejo, estas cajetas tienen mucha leche, me las puedo comer casi por el Zurquí y me daría tiempo de llegar a la casa por si la leche me caen mal…diay no importa ¿y si me tomo una coca ya? si me dan ganas de orinar voy a la bomba frente a La Subasta de Guápiles y de paso compro el limpiador de parabrisas…”

Listo, le pagué al chino y de paso me compré una bolsita de masmelos blancos y eché un aloe zero.

“—Castrosalazar: Ojo a los bloqueos, no te comás lo que compraste ‘de una’ porque si hay un bloqueo y si el cuerpo te llama tenés que atenderlo”-me dijo esa vocecita que lleva uno adentro, en otras épocas hubiera sido mi mama.

Me fui.

El primer bloqueo fue a la entrada de Matina. No lo tenía previsto. Había un pobre mae de la policía de tránsito llevando sol, uno de esos solazos del Caribe. Confieso que a la hora me dio un toque de lástima, me bajé y le di una coca y las semillas de marañón, conversamos un rato, intercambiamos experiencias de vida (yo fui asesor de la Policía de Tránsito en mis tiempos MOPT, le conté que hacía ahora y ya) se levantó el bloqueo y seguí.

Vean lo que es la vida —parafraseando a la súper estrella de la canción mundial…” mira si es grande el destino o este país es chico…”— que unas semanas después el mismo policía me paró y me hizo un parte de 120 mil colones (un poquito más de US$200), cuando le reclamé y ya con el parte hecho, nos reímos un rato y me dijo: si paga el lunes COSEVI tiene un descuento, y efectivamente así era, pagué el lunes y tuve el descuento.

Seguí.

Tentado por la kolita y por las cajetas. Las veía y las deseaba…Por supuesto que no me aguanté y me tomé un traguito de fanta kolita y un pedacito de cajeta mucho antes de lo previsto. El antojo era demasiado. ¡Error!

¡Herror! ¡HERROR!

“La fanta kolita caliente sabe horrible, como a jarabe para la tos, y la cajeta de coco, es cajeta de coco, se me va a derretir…”—me dije y me tomé la fanta corcor y me comí un pedacito, otro y otro más…me comí tres cajetas. Y de paso me eché la bolsa de masmelos y la otra coca zero también.

Segundos antes oí, pero no escuché: “Castrosalazar: recordá que el cuerpo bota el azucarazo por la orina, has comido mucho dulce, ya no es lo mismo que hace 40 años, y que la mezcla con leche te va a caer mal, tomá en cuenta que pueden haber más bloqueos…”—me dijo la voz de mi conciencia.

No la escuché. No la escuché. Puta. No la escuché.

En el puente del Reventazón había un retén. Un bloqueo, un tanate de maes, uno más pinta que otro, eran los responsables del retén. Uno protestaba porque Saprissa había perdido, otro por el costo del marchamo para las motos, otro porque la Liga no ganaba, otro porque Ronaldo se fue del Real Madrid…cada uno protestaba por lo suyo, como ahora.

La carretera queda por esos lares metida en un “corte de cajón” –decimos pesadamente los ingenieros—y no hay para dónde coger: talud de un lado y talud del otro, y casi sin campito para donde orillarse, porque hay una cuneta a cada lado también.

Apagué el carro mientras esperaba por mi conciencia climática: cero emisiones.

El cuerpo me empezó a llamar: tiempo de orinar, tiempo de orinar, tiempo de orinar, tiempo de orinar, tiempo de orinar…hay que botar el azúcar, hay que botar el azúcar, orinar, orinar, azúcar, azúcar.

A la par dos buses llenos de gente, adelante un carro lleno de carajillos, atrás “un pirata” con unas doñas…ninguna matita, ningún lugar para orinar al despiste.

“No importa, me aguanto un ratito más y ya”—me dije.

Pasaron 15, 20, 30, 45, 55 minutos, una hora y empecé a sudar frío, a pesar del calor hijo de p… que hacía. Volví a ver para un lado, para el otro y decidí que caminaría un rato para encontrar algún lugar para descargar… Y de repente retortijones, la panza se empezó a mover… “Puta, ahora sí la hice”—me dije

“Castrosalazar, que tirada que no hagás caso, te lo advertí” —me dijo mi vocecita interna

“Puta y si me voy a buscar un lugar y se abre el bloqueo, mi carro quedará haciendo un presón” —me dije y me aguanté.

Al rato pensé: —“mientras mi cuerpo no me traicione… y pueda orinar sin esforzarme (cuando uno es operado de la columna a veces cuesta orinar y se tiene que hacer fuerza) todo va a estar bien, voy abrir las dos puertas del lado derecho y orino entre las puertas, ojalá que ese aflojamiento de vejiga no acabe mal….no me acabe aflojando la panza, de verdad ya no me aguantaba…lo orines se me iban a salir por las orejas”

“Mamá, mamá, ese viejo está orinando”—gritó uno de los carajillos del carro de adelante. Y la doña me volvió a ver con ojos, de esos que no ven sino que enjachan, y de los que el brillo de odio refleja que está pensando “viejo depravado”, aunque estaba encerrado entre las dos puertas y solo se podía ver el chorro…

“Castrosalazar” —oíte

“—ok, ok, solo se podía ver el chorrito” —corrijo

Mi cuerpo no pudo parar….chorrito por delante y por detrás, una gotita, diminuta, como quien no quiere la cosa, pero gota al fin, una pequeñísima manchita…

Avergonzado me metí al carro. Cerré las puertas y los vidrios. Puse el aire a todo full, regué colonia por todos lados.

Se levantó el bloqueo, pasado el puente del Reventazón hay una gasolinera, paré, compré una toallitas húmedas, me limpié bien, me cambié, boté la ropa apenas manchadita, pero manchada al fin, cogí ropa interior más o menos limpia que andaba en un maletín…limpié el carro por si acaso mantenía olores, boté la cajeta que me quedaba y los meneítos de queso solo por temor a un reprise…y me compré una soda y poco fría me la empecé a tomar para tranquilizar la panza (en mi mente la soda me funciona como remedio).

“Castrosalazar: te lo dije, tenés que hacer más caso”—me dijo mi vocecita interna.

Seguí para San José, hubo dos bloqueos más, tomé traguitos de soda, una rosquillita sin queso y ya.

Me juré que la próxima vez que sepa que hay bloqueos solo me compraré una soda y una bolsita de rosquillas, nada que tenga leche o algo que se le parezca por si acaso.

La gente no es sincera cuando se queda atrapada en un bloqueo cuando le preguntan cómo le fue. No puedo creer que el cuerpo no los llamó ni que pasaron hambre o frío, de verdad que pasan cosas imprevistas, ¿díganme si no es cierto?

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