Alan García y su paso por Costa Rica

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Carlos Revilla Maroto

Carlos Revilla

Ahora con la muerte de Alan García, expresidente del Perú, recordamos que vivió un tiempo en Costa Rica, pero más importante aún, que estuvo en el Centro de Estudios Democráticos de América Latina (Cedal) como estudiante, donde incluso pernoctaba en el campus de La Catalina. En esa época el director de Cedal era el expresidente Luis Alberto Monge Alvarez, que vivía en el lugar.

Mientras García vivió en el país, me han contado que fue un poco mujeriego, mal portado y bohemio; algo no muy sorprendente pues contaba con un poco más de 20 años de edad. Frecuentaba algunos bares de San José, su lugar preferido era la Soda Palace, que quedaba al costado norte del parque central, donde ahora hay un KFC; que en sus mejores tiempos fue lugar de reunión para tomarse algo y hacer tertulia, y que junto a La Chavelona, en aquel tiempo, era el lugar predilecto para las noches de bohemia de muchos en San José, que querían algo más que tomarse un trago. Y ahí estuvo Alan García para deleitar a la concurrencia con alguna canción y de paso ganarse algo de dinero.

Su fama en ese sentido ha trascendido las fronteras y el tiempo. Tan es así, que a raíz de su muerte, hasta artículos periodísticos se han publicado sobre esta arista del expresidente peruano. Veamos por ejemplo este del Universal de México, del que les copio algunos párrafos:

A propósito de que el costarricense Óscar Arias Sánchez asumió el 8 de mayo de 1986 como presidente de Costa Rica, uno de los invitados especiales a la ceremonia de juramentación y a los actos diplomáticos previos y posteriores fue García. Con menos de 10 meses como presidente de Perú, García logró convertirse en uno de los personajes principales del abanico político de América Latina y el Caribe y en referente internacional. Por eso, y aunque en su viaje a Costa Rica cumplió con los ritos rígidos del programa, en un momento aprovechó para romper el protocolo y, sin titubear, se dirigió a la Palace para disfrutar sin las ataduras impuestas por los solemnes aparatos ceremoniales y de seguridad y recordar sus épocas de guitarrista en la capital costarricense.

El discípulo predilecto y heredero del peruano Víctor Raúl Haya de la Torre (1895—1979), uno de los principales dirigentes políticos en la historia de Perú y fundador del partido Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA), vivió en Costa Rica como estudiante del Centro de Estudios Democráticos de América Latina (CEDAL), una academia vinculada a la Internacional Socialista (IS) ubicada en las montañas al norte de San José y alejada de la capital.

Para buscar ganarse algún dinero en su época de aprendizaje en esa apacible casa de estudios de las fuerzas partidistas socialdemócratas americanas y europeas, García forjó la costumbre de viajar con su guitarra a San José y presentarse como músico y cantante en cantinas y restaurantes de la noche Josefina, como la Palace.

Por eso, y cuando pasó con su caravana de seguridad frente a la Palace rumbo a una cena de gala en el Teatro Nacional, a solo unos 300 metros de distancia, ordenó a su equipo detenerse de inmediato.

García bajó y, acompañado del trío, decidió ponerse a cantar. Entre otras canciones, interpretó «La flor de la canela», creación ilustre de la peruana María Isabel «Chabuca» Granda (1920-1983). Y allí se quedó un rato en esos y otros menesteres de recuerdos de sus días de juventud, para luego reinsertarse luego al protocolo de aquella noche.”

El artículo se titula “Soda Palace, el salón que reunía al expresidente peruano Alan García y a Fidel Castro”, porque además nos habla de Fidel Castro y su paso también por Costa Rica, y otras cosas interesantes. Lo pueden leer completo aquí. Aclaro eso si, que Cedal estaba más bien ligado a la Fundación Friedrich Ebert del SPD alemán y no tanto a la Internacional Socialista.

En esa época Latinoamérica pululaban las dictaduras militares de derecha, por lo que Cedal se convirtió en refugio de infinidad de exiliados y perseguidos políticos, que encontraron en su apacible campus de La Catalina, en la montañas de Birris de Heredia, el refugio y lugar perfecto para conseguir algo de paz y sosiego, por lo menos momentáneamente. Un oasis de democracia en el desierto de dictaduras, y sin olvidar, por supuesto, pero en un sentido más general lo que también ha sido Costa Rica. Pero además donde se podía disertar, enseñar y aprender sobre solidaridad, justicia social, participación, y libertad, dentro del marco de la democracia. Todos principios y valores, como ya sabemos de la socialdemocracia.

Como en alguna oportunidad dijo Albert Kotschuezke, exdirector de la revista Nueva Sociedad “CEDAL es para la democracia en América Latina, lo que la Escuela de las Américas es para los ejércitos de la región.

Pero no crean, Alan García no ha sido el único ilustre que ha pasado por Cedal. Por eso me parece importante recordar a algunos de esos personajes distinguidos en la historia de esta institución, que estuvieron en calidad de profesores o estudiantes. Aclaro, que no estoy juzgando a la persona, muchos como el propio Alan García han tenido luces y sombras, pero eso no es lo importante en este artículo.

Veamos un lista parcial:

Willy Brandt, Canciller de la República Federal de Alemania.
Walter Scheel, Presidente de la República Federal de Alemania.
Mario Soares, Presidente de Portugal.
Juluis Nyerere, Fundador y Presidente de Tanzania.
Micahel Manley, Fundador y Primer Ministro de Jamaica.
Portia Simpson, Primer Ministra de Jamaica.
Julio Cesar Méndez Montengro, Presidente de Guatemala.
Ramiro León Carpio, Presidente de Guatemala.
Adolfo Majano, Presidente de la Junta Cívico-Militar de El Salvador.
Guillermo Manuel Ungo, Miembro de la Junta Cívico Militar de El Salvador.
Ramón Villeda Morales, Presidente de Honduras.
Carlos Roberto Reina, Presidente de Honduras.
Violeta Barrios de Chamorro, Presidenta de Nicaragua.
Sergio Ramírez Mercado, Vicepresidente de Nicaragua.
Aristides Royo, Presidente de Panamá.
Belisario Betancur, Presidente de Colombia.
Carlos Andrés Pérez, Presidente de Venezuela.
Raul Leoni, Presidente de Venezuela.
Rodrigo Borja, Presidente de Ecuador.
Raul Baca Carbo, Presidente del Congreso de Ecuador.
Hernán Siles Suazo, Presidente de Bolivia.
Jaime Paz Zamora, Presidente de Bolivia.
Alan García Pérez, Presidente de Perú.
Armando Villanueva Del Campo, Presidente del Congreso de Perú.
Fernando Enrique Cardoso, Presidente de Brasil.
Lionel Brizola, Gobernador del Estado de Río de Janeiro, Brasil.
Arturo Illia, Presidente de Argentina.
Raul Alfonsín, Presidente de Argentina.
José Figueres Ferrer, Presidente de Costa Rica.
Daniel Oduber Quirós, Presidente de Costa Rica.
Rodrigo Carazo Odio, Presidente de Costa Rica.
Luis Alberto Monge Álvarez, Presidente de Costa Rica.
Oscar Arias Sánchez, Presidente de Costa Rica.
José María Figueres Olsen, Presidente de Costa Rica.

Esto nos da una idea de lo que ha sido —y es— Cedal. No quiero terminar sin agradecer a mi buen amigo Manuel Carballo, exdirector de Cedal su ayuda para elaborar esta columna.

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Un comentario

  1. “Cumplí la misión de conducir el aprismo al poder en dos ocasiones e impulsamos otra vez su fuerza social. Creo que esa fue la misión de mi existencia, teniendo raíces en la sangre de ese movimiento.

    Por eso y por los contratiempos del poder, nuestros adversarios optaron por la estrategia de criminalizarme durante más de treinta años. Pero jamás encontraron nada y los derroté nuevamente, porque nunca encontrarán más que sus especulaciones y frustraciones.

    En estos tiempos de rumores y odios repetidos que las mayorías creen verdad, he visto cómo se utilizan los procedimientos para humillar, vejar y no para encontrar verdades.

    Por muchos años me situé por sobre los insultos, me defendí y el homenaje mis enemigos era argumentar que Alan García era suficientemente inteligente como para que ellos no pudieran probar sus calumnias.

    No hubo ni habrá cuentas, ni sobornos, ni riqueza. La historia tiene más valor que cualquier riqueza material. Nunca podrá haber precio suficiente para quebrar mi orgullo de aprista y de peruano. Por eso repetí: otros se venden, yo no.

    Cumplido mi deber en mi política y en las obras hechas en favor de pueblo, alcanzadas las metas que otros países o gobiernos no han logrado, no tengo por qué aceptar vejámenes. He visto a otros desfilar esposados guardando su miserable existencia, pero Alan García no tiene por qué sufrir esas injusticias y circos.

    Por eso, le dejo a mis hijos la dignidad de mis decisiones; a mis compañeros, una señal de orgullo. Y mi cadáver como una muestra de mi desprecio hacia mis adversarios porque ya cumplí la misión que me impuse.

    Que Dios, al que voy con dignidad, proteja a los de buen corazón y a los más humildes”.

    Alan García

    Carta a sus hijos antes de apretar el gatillo.

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