A un año de la beatificación de Monseñor Romero

Ocean Castillo Loría

Desde el cielo Romero bendice a este país y a América Latina”.

Vicenzo Paglia.
Postulador de la Causa de Monseñor Romero

Ocean Castillo Loría

A finales de mayo, se conmemoró un año de la beatificación de Monseñor Oscar Arnulfo Romero G. no cabe duda, que para la región centroamericana, esta es una fecha de celebración. Romero, fue un precursor del tipo de Iglesia, que quiere el hoy Papa Francisco: una iglesia al servicio de la humanidad y de los pobres.

El 3 de febrero de 2015, se anunciaba que el Papa Francisco, había firmado el decreto que reconocía el martirio de Romero (El Beato fue asesinado el 24 de marzo de 1980); así quedaba derrotada, definitivamente, la facción conservadora dentro del catolicismo, que vio y ve con miedo, la manera en que Romero se comprometió con los pobres y que teme, las tesis liberadoras y progresistas de Papa Francisco.

Lo central de la teología de Romero, es la opción por los pobres, esto es lo central de la teología de Papa Francisco, este es el centro de la Teología Latinoamericana de la Liberación. Esta idea se opone a una “Iglesia de Cristiandad”, que unida al poder político, no es perseguida y tiene muchos privilegios.

En esa “Iglesia de Cristiandad”, no es posible que haya mártires, pues no puede odiarse una fe, que esté unida al poder político y por ello, sea privilegiada. La fe cristiana se odia, porque su proyecto alternativo se opone a la opresión:

• Una política que sirve solo a los sectores poderosos, es sustituida por una política al servicio de las mayorías.
• Una economía basada en el egoísmo y la explotación, es sustituida por una economía basada en la solidaridad.
• Una religión opresora que llena de cargas a los que creen en ella, es sustituida por una religión que conduce a una verdadera libertad.

Como puede verse, ese proyecto, tiene consecuencias políticas. Es decir, quien se mete a un cristianismo liberador se mete a un proyecto político – social. Es por esta razón, que Romero en su momento, llama a los soldados a la desobediencia, de las órdenes de sus superiores. Las palabras de Romero, tienen impacto político, el cristianismo liberador tiene impacto político.

Es esa fe la que odiaban los que mataron a Monseñor. Es por ello, que Romero se convierte en mártir: en testigo de la fe liberadora de Jesucristo. Así como Jesús de Nazaret, es asesinado por el sistema de dominación de su tiempo, Romero cae víctima del suyo.

Desde esta lectura, si se quiere teológica, arraigada en una visión crítica de la historia, así como la sociedad salvadoreña quedaba rasgada por el conflicto político, que desgraciadamente los llevó a las armas, así quedaba rasgada la Iglesia, entre quienes luchaban contra las estructuras opresoras y quienes, creían que la Teología de la Liberación, iba a destruir el catolicismo salvadoreño.

Es interesante, como recién hecho el anuncio de la beatificación, algunos se opusieron a ella, pues creían que, “la Iglesia institucional”, cooptaría la figura de Monseñor. Creemos que hoy, esa figura es un llamado de conversión para esa iglesia.

Para otros (Los conservadores), Romero era un marxista, que no merecía, ni merece, ser reconocido en los altares. Pero para las mayorías pobres del hermano país de El Salvador, Monseñor es una voz de denuncia de la opresión, pero también de la esperanza, de que el único camino para lograr la paz, es el diálogo. En este sentido, Monseñor es un profeta.

En ese profetismo (Lo diría el gran sacerdote y escritor español ya fallecido, José Luis Martín Descalzo); hay un tremendo amor, una total entrega a Dios y a sus hijos. Decimos nosotros que Romero, encontró a Dios en su pueblo, lo amó en ese pueblo.

Por esta razón, las homilías del Beato, eran emisión de la realidad de su país y fuente de conocimiento de lo que era El Salvador en aquel momento, un espacio donde se pisoteaba (Se mataba), la dignidad humana.

Y ese espacio (Hay que decirlo en honor a la verdad histórica), fue alimentado por los Estados Unidos, quien primero criticó a Monseñor y luego, ante su asesinato, lo adornó con las palabras propias de la diplomacia. Hasta 1989, los Estados Unidos, dejaron de financiar a las fuerzas armadas cuzcatlecas.

Pero para ese momento Ronald Reagan y George Bush, padre, aplaudían o silenciaban: las torturas, las desapariciones forzosas, los asesinatos. Sus gobiernos señalaron a cualquier defensor de los derechos humanos, como comunista. Atacaban y denigraban a los defensores de los derechos humanos.

A un año de la beatificación de Romero, quienes creemos en un cristianismo liberador y en una visión reformista para el progreso de nuestros pueblos, debemos comprometernos con un retorno de la democracia social y de la paz.

Hoy, es lamentable decir que entre las respuestas de conflicto y paz para el mundo, siguen ganando las primeras. Es durísimo reconocer, que una potencia como Estados Unidos, tiene como una alternativa de gobierno, a un hombre como Donald Trump, un candidato especializado en exacerbar los conflictos.

La esperanza, es que la voz de Romero, que es la voz de Jesucristo, siga llamando a la conversión, una conversión que conduzca a liberar de las opresiones a los abandonados y los pobres en el mundo.

Monseñor Oscar Arnulfo Romero

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