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Desde La Mina 2.0
Mauricio Castro Salazar
mauricio.castro.salazar@gmail.com
Estamos a punto de caernos a un abismo del que no sabemos cómo saldremos. Pero no a todo el mundo pareciera importarle.
El lunes recién pasado fue un día muy preocupante para el país y sin embargo, no se ha dado a conocer lo suficiente: no se recibieron ofertas de compra para los bonos de la deuda tica entre inversionistas locales.
Sin mal no recuerdo, nunca había pasado antes que nada se vendiera.
¿Qué pasó?
Muchas respuestas pueden darse, pero se resume en una: la gente sabe que el Gobierno no tiene plata y que no asegurar que puede honrar los bonos.
Y como si eso fuera poco, la recaudación de impuestos no aumentó.
¿Evasión?¿Elusión?¿Precaución?
Yo prefiero pensar que la reducción mayor en la recaudación se ha dado en los impuestos de venta porque sencillamente la gente a tener desconfianza en el futuro no está gastando como antes….por precaución. La gente tiene desconfianza sobre el futuro.
Los gastos de las deudas aumentaron. Los gastos por transferencias suben, y han subido un montón: 7% en lo que va del 2018.
Más pobres. El INEC afirma que la pobreza creció. Más costarricenses bajo la línea de pobreza. Aumentó un 1,1% con respecto al 2018, que se traduce en que hay un millón de personas viviendo en pobreza.
La gente no paga a los bancos. Leímos también hace unos días que en 8 de los 14 bancos aumentó la morosidad, y en los que más subió fueron: el Costa Rica, el Nacional y Lafise. Los intereses subieron y menos gente pudo afrontar sus deudas.
Si el Plan Fiscal no se aprueba, el Estado no podrá vender sus bonos, y como consecuencia no podrá pagar sus obligaciones: transferencias (a las universidades, Corte, munis, y a todas las que digan las leyes), gastos operativos (agua, luz, teléfono, mantenimiento, viáticos), salarios y aguinaldos y por supuesto las relacionadas con inversiones.
¿Es muy difícil ver que estamos al borde del abismo?
Ayer, en mi casa en La Mina, en Santa Ana, conversaba con un amigo que nos brinda servicios de “piratería” y me decía: “…tengo miedo a lo que se viene, no entiendo como la gente sigue como si nada…” –le dije—“…yo tampoco, no logro entender como la gente sigue como si nada”.
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Don Mauricio, efectivamente la gente sigue como si nada y vuelvo a repetir por enésima vez la leyenda urbana atribuida a un pasajero del Titanic, que dormía plácidamente en su camarote _señor, el barco se hunde_se volvió para el rincón diciendo _no es mi problema, el barco no es mío_ y se volvió a dormir.