Populismo y Liberación Nacional: una oportunidad

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Carlos Revilla Maroto

Carlos Revilla

Con la ya muy probable candidatura presidencial de Juan Diego Castro, ha tomado auge lo que se ha llamado populismo. Esto hace que se vislumbre un panorama muy interesante, aunque no bueno, de cara a las elecciones de febrero del 2018.

En esto incluyo, por supuesto la participación del Partido Liberación Nacional, con su recién electo candidato presidencial Antonio Álvarez Desanti, no por populista, que no lo es, más bien por la posible respuesta a ese fenómeno que está asotando al planeta, y del que casi nadie se salva.

Antes de entrar en materia, me parece importante tratar de esbozar una definición de lo que es el populismo en política, para poder ubicarnos; tarea un poco complicada por cierto, porque uno oye hablar a cada rato de eso, pero a veces es es difícil separar el grano de la paja.

El concepto de populismo deriva de pueblo y literalmente denomina a la estrategia de las corrientes políticas que buscan el apoyo de las clases populares, dicho en su forma más sencilla. Se trata de un concepto difícil de definir con exactitud, con el que se designan realidades diferentes. El uso del calificativo “populista” se hace habitualmente en contextos políticos y de manera peyorativa, sin que del término se desprenda por sí mismo una evidente identificación ideológica, sino estratégica —dentro del espectro izquierda-derecha—. Es decir el populismo puede ser de izquierda, centro, derecha, etc.

La siguiente cita de Ralf Dahrendorf es muy ilustrativa:

Populistas a la derecha, populistas a la izquierda. Quien dice «populismo» se adentra en un terreno difícil… En todo caso, el concepto de populismo es peyorativo… Hablamos entonces de demagogia, y la demagogia tiene un gran repertorio de métodos.

Dahrendorf fue un sociólogo, filósofo, politólogo y político germano-británico, considerado uno de los autores fundadores de la teoría del conflicto social.

Hay que decir también, que es un término del cual se ha abusado mucho. Sin que esto signifique que haya que menospreciarlo, más bien todo lo contrario.

El populismo hace uso de medidas de gobierno populares, destinadas a ganar la simpatía de la población, particularmente si esta posee derecho a voto, aun a costa de que estas sean contrarias al Estado democrático. Sin embargo, a pesar de las características antiinstitucionales que pueda tener, su objetivo primordial no es transformar profundamente las estructuras y relaciones sociales, económicas y políticas.

Los rasgos que más frecuentemente se encuentran presentes los movimientos catalogados como populistas son: Rechazo a los profesionales de la política, desconfianza en las instituciones públicas existentes, diálogo directo entre la dirección del movimiento y la base social, fuerte voluntad de movilización y participación, retórica nacionalista, rechazo a los partidos políticos tradicionales, una aversión discursiva o real a las élites económicas o intelectuales, y en alguna medida liderazgo caudillista.

Hasta aquí con la introducción.

Como decía el populismo es muy peligroso, y el quid del asunto está en como contrarrestarlo. Por ejemplo, en las recientes elecciones en EE.UU., la respuesta del partido Demócrata al populismo de Trump resultó en un rotundo fracaso, con el resultado que ya todos conocemos.

A ese respecto en el artículo “Un ‘Tea Party’ para la izquierda de EEUU”, su autora Idona Noayin nos dice: “Las elecciones de noviembre son un potente recordatorio de que la mezcla de retórica social incluyente y las políticas económicas neoliberales del aparato de Clinton son una respuesta débil al populismo xenófobo. (…).

Tenemos claro entonces, que el problema fue tratar de dar una respuesta al populismo, con una mezcla de políticas, que al final de cuentas resultaron algo que no es gallo, ni es gallina. Se quiso dar la impresión de seriedad, y más bien el efecto fue todo lo contrario. Aunado a esto por supuesto, el deterioro de los políticos tradicionales. En otras palabras algo poco creíble; tanto por las políticas, como por sus abanderados.

¿Estará en Costa Rica Liberación Nacional poniéndole atención a esto que sucedió en EE.UU. con el partido Demócrata?

Sinceramente creo que no. De hecho lo respuesta del PLN al país, es algo muy parecido a lo que hizo el partido Demócrata en EE.UU. Lo que me lleva a creer que si se mantiene, el resultado será el mismo, un fracaso.

Y esto tiene mucho que ver con los que ganaron la convención del 2 de abril pasado. Se trata del grupo que históricamente, en liberación, ha sido el representante de los sectores menos progresistas y que han defendido una socialdemocracia «moderna» o «remozada», que al final de cuentas, lo que propone son políticas muy parecidas a las del partido Demócrata, y que ya sabemos como terminó eso.

El peligro del populismo en Costa Rica es muy real, en la figura de Juan Diego Castro, y ahora también parece se le unió Pilar Cisneros, con una candidatura a diputada. ¡Que barbaridad!

Pero, como dice el refrán «en guerra avisada no muere soldado», y por eso espero que el PLN recapacite, y retome su verdadero camino socialdemócrata, porque siendo el principal y más longevo partido del país, es el llamado a combatir ese flagelo llamado populismo.

La ocasión es histórica para el PLN. Puede volver a sus verdaderas raíces socialdemócratas, y derrotar al nefasto populismo.

Populismo y Liberación Nacional

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