Paz en Centroamérica

Lina Barrantes

Lina Barrantes Castegnaro

Hoy día por día, hace 25 años se firmaron los Acuerdos de Paz, que permitieron a Centroamérica dejar atrás, años de guerra, años de tiranía, años de terror.

A veces la vida le da a uno, oportunidades de privilegio de escuchar relatos de la historia de la voz de los protagonistas. Yo he tenido la suerte de tener varias oportunidades de esas, pero hoy al cumplirse medio siglo de la firma de los Acuerdos de Paz, voy a contar una anécdota que tuve la suerte de escuchar, tomando tragos en una terraza en Rohrmoser que ha sido testigo de todos los acontecimientos políticos de relevancia de los últimos 30 años en Costa Rica.

John Biehl, Margarita Penón y Oscar Arias, recordaban cuando este último siendo Presidente de Costa Rica viajó por primera vez a Washington a conversar con su homologo Ronald Reagan. El y su comitiva fueron recibidos en una ante-sala, en la cual les dieron las instrucciones sobre como debería transcurrir la audiencia con el Presidente Reagan: “ustedes se sentarán en el sofa, al lado derecho (o izquierdo) del salón” los acompañantes del Presidente Reagan estarán al frente, el Presidente Arias se sentará en x posición, y el Presidente Reagan se sentará en y posición”. El Presidente Reagan por x minutos le hablará al Presidente Arias, el cual al finalizar el Presidente Reagan, le dará las gracias por sus palabras y por su cooperación con Centroamérica. Luego de eso entrará la prensa para tomar fotografías, y ambos presidentes se estrecharán sus manos.” Así estaba supuesta a transcurrir la audiencia. La comitiva costarricense escuchó cuidadosamente el programa, entró por la puerta por la que tenía que entrar, se sentó donde se tenía que sentar. El Presidente Reagan entró a la sala se sentó donde se tenía que sentar y empezó a leer unas fichas que llevaba preparadas. En ellas exponía su teoría del dominó provocado por Nicaragua: si se permite que Nicaragua consolide el régimen sandinista, los demás países de la región sufrirán un efecto dominó y empezarán uno a uno a caer en regimenes inadmisibles para los Estados Unidos. Ante eso la única salida de los Estados Unidos, era la intervención militar que propiciaban con su apoyo a la contra. Cuando el Presidente de los Estados Unidos terminó de hablar y era el turno del Presidente Arias de estrechar su mano y agradecerle, el Presidente Arias le dio un golpecito en la rodilla, y de manera coloquial, muy a la tica, se volvió y le dijo: Señor Presidente, dejeme que le cuente algo … y empezó a explicarle por que la contra no derrocaría a los sandinistas, y por que era necesaria una salida negociada por medio de un acuerdo regional, del que no tomaran parte ninguna de las dos super potencias. Al terminar su exposición, el Presidente Reagan, con mas desconcierto que otra cosa, volvió a sacar sus fichitas y volvió a repetirles lo del efecto dominó.

Entró la prensa, tomaron la fotografía, se estrecharon la mano, y al salir, algún periodista preguntó: ¿que sucederá entre los Estados Unidos y Centroamérica? La respuesta de John Biehl fue el titulo de primera plana, no recuerdo si del Boston Globe o del New York Times: que esto sería como David contra Goliath.

Costa Rica se aprestaba a disentir de su aliado histórico, Estados Unidos, y llevaría adelante su proyecto de una solución a la tica que permitiría resolver 30 años de guerra. El resto de la historia está en los libros. Está en los archivos audiovisuales. Esta en el material de todos los estudiosos de la región.

¿Qué hoy consideramos que quedaron muchos pendientes después de la firma de la paz? ¡Si quedaron! Mi generación, la de los que rondamos los 50 años, quedó en deuda: no transformamos las estructuras para disminuir la desigualdad. Las brechas son cada vez mas grandes. Cambiamos la inseguridad política por la social. Quedamos realmente en deuda, pero la generación que ahora ronda los 70 años, cumplió con su deber: hizo la paz. Hizo la paz, gracias a la cabezonada y el carácter de Oscar Arias, demostradas hoy, 25 años atrás.

Monólogos con Pele*

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* Pele fue mi perro, un beagle. Durante 10 años, escuchó pacientemente las reflexiones que de vez en cuando decidí poner en blanco y negro. Por su complicidad, decidí poner este nombre a la columna. El 22 de junio de este año, le fue diagnosticado un tumor en el cerebro. De nuevo en agradecimiento a su lealtad, decidí darle una muerte digna y regalarle la eutanasia.

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