¿Nos dejó algo La Anexión?

Desde La Mina

Mauricio Castro Salazar*
mauricio.castro@costarricense.cr

Celebramos este 25 de julio el 189 Aniversario de la Anexión del Partido de Nicoya a Costa Rica, mejor conocida como la Anexión de Guanacaste (aunque sea históricamente incorrecto). Luego de una conversación con uno de mis hijos sobre lo que le aportó y aporta la Anexión a Costa Rica (lo que nos dejó), decidí, en mi casa en La Mina, en Santa Ana, compartir algunos de los aspectos que conversamos y que a mí como guanacasteco me llenan de orgullo:

– El carácter mesoamericano de Costa Rica lo da la Anexión. Si se revisan los mapas de influencia maya todos marcan que Guanacaste es su frontera más al sur. Es claro entonces, que la herencia maya de la que muchos nos sentimos sumamente orgullosos (comidas, palabras, fenotipos, música, respeto por el jaguar y el quetzal, el compartir en familia…) sobre todo para los que tenemos que trabajar en los otros países de Centroamérica y México o participar en convivios o conferencias internacionales en temas biológicos, antropológicos, sociológicos, históricos, políticos o similares debemos reconocer que nos lo dio la Anexión…

– Guanacaste le ha apostado —por decisión propia o por disposición del gobierno y la economía que golpeó la ganadería o por azar— en los últimos años a ser la provincia con las mejores condiciones de bosque aforestado o reforestado, pasó de ser una provincia deforestada en 1995 a ser una de las que tienen más cobertura boscosa del país en la actualidad, ejemplo para el mundo que si se puede revertir la deforestación y es hoy uno de los pocos rincones en el Continente en los que todavía hay bosque tropical seco.

– El 35% de la energía limpia total que se produce en Costa Rica es generada en Guanacaste. Más del 90% de la eólica y el 100% de la geotérmica. La concentración de banderas azules ecológicas es impresionante en las playas guanacastecas:

– Algunos amigos guanacastecos han posteado en FaceBook algo que resume nuestro sentir:

Ser guanacasteco es vibrar cuando el fino coyol de la marimba trema lejano en la pampa inmortal,
es seguir el huellón de la carreta cuando la luna columpia su lámpara sonriente en el confín,
es saber que el amor por esta tierra no es de temporada sino algo que llevamos como una perlita gata en el pecho,
es sentir que Guanacaste es más que una postal para el turista, es la tierra que llevamos grabada en el alma con la letra descomunal de nuestros poetas.
Y si tu historia pasada es sublime, más lo será su futuro.”

– Los rasgos culturales que han hecho que la provincia se diferenciara de las otras se han ido perdiendo poco a poco. ¿Globalización? Pero el extremo es ver a propios y a extraños hablar de “pampero” como gentilicio y de “la pampa guanacasteca” como el descriptor englobador de la provincia y no de la sabana guanacasteca —más allá de lo que lo hace la inmortal canción “Pampa” de Jesús Bonilla y Aníbal Reni, de haber sabido que sucedería así, estoy seguro que hubieran hecho algo para que no se malentendiera y malinterpretara—.

Tras que el sabanero tradicional ya casi desaparece ahora se le quiere borrar del todo….(¿o se registrará el nombre de pampero en lugar de sabanero en la historia futura?)

– Pese a las cosas buenas, todavía falta muchísimo por hacer, por recuperar, por enderezar y por discutir, sobre todo lo relacionado con el tema social, la vuelta a la condición geopolítica histórica y propia (sanar la herida y tener de nuevo un solo territorio hasta Cabo Blanco) y ¿la autonomía?

Es cierto que el desarrollo económico no se ha derramado en la población guanacasteca como debería ser y que hay faltantes de muchas cosas, eso es obvio y urge enmendarlo, pero de eso a querer a echar a perder la fiesta de la Anexión es otra cosa…

¡Celebremos la Anexión con entusiasmo y si hay protestas ojalá que no desvirtúen la celebración!

* “Tico de nacimiento, guanacasteco gracias a Dios.” (Perdón a los que ofendo con esta verdad)