Las Trece Rosas (que mi nombre no se borre de la historia)

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Carlos Revilla M.

Carlos Revilla

La guerra civil española (1936-1939), ha sido una de las más cruentas de la historia moderna. Las hechos de heroísmo se cuentan por cientos, y quizás miles. La toma de Madrid, el último bastión Republicano, fue casi casa por casa. Una guerra terrible, con gran cantidad de muertos, y consecuencias que aún hoy gravitan en la sociedad española, esto sin hablar de la dictadura de Franco, de casi 40 años. Dentro de ese contexto, siempre me impresionó la historia de los “Mártires de Barbastro” sobre los que escribí hace algún tiempo, pero quedé con el gusanillo metido, que era una historia del “otro lado”, y que tenía que escribir algo del bando Republicano, que al fin y al cabo es con el que siempre me he identificado, desde tiempos de mi abuelo paterno de origen español.

Hace poco tuve la dicha de ver el documental “Que mi nombre no se borre de la historia”, sobre “Las Trece Rosas”, que es el nombre colectivo que se le dio a un grupo de trece muchachas, la mitad de ellas, miembros de las JSU Juventudes Socialistas Unificadas, fusiladas por el régimen franquista en Madrid, el 5 de agosto de 1939, poco después de finalizar la Guerra Civil Española. Sus edades estaban comprendidas entre los 18 y los 29 años. Esto me motivo a escribir sobre la historia de estas mujeres.

Con la ayuda de la Wikipedia veamos un poco la historia:

Tras la ocupación de Madrid por el ejército franquista y el fin de la guerra, las JSU intentaron reorganizarse clandestinamente bajo la dirección de José Pena Brea, de 21 años. Los dirigentes del PCE (Partido Comunista Español) y las JSU habían abandonado España, dejando la organización en manos de militantes poco significativos, los cuales esperaban pasar más desapercibidos. Pena fue detenido por una delación y obligado a dar, mediante torturas, todos los nombres que sabía y firmar una declaración preparada.

Roberto Conesa, policía infiltrado en la organización. La mayor parte de los detenidos aún no había tenido tiempo de integrarse en la organización o apenas acababan de hacerlo. A la captura de los militantes ayudó el hecho que los ficheros de militantes del PCE y las JSU no habían podido ser destruidos, y fueron requisados por los militares franquistas al ocupar Madrid. Entre los detenidos se hallaban Las Trece Rosas, que fueron conducidas primero a instalaciones policiales, donde las torturaron, y después a la cárcel de mujeres de Ventas, construida para 450 personas en la que se hacinaban unas 4.000.

El 29 de julio, Isaac Gabaldón, comandante de la Guardia Civil, y encargado del «Archivo de Masonería y Comunismo» (archivo que agrupaba los documentos recopilados por el ejército de Franco en su avance durante la guerra), su hija de 18 años y su chófer fueron asesinados en Talavera de la Reina en un atentado cometido por tres militantes de las JSU. En el Consejo de Guerra que se celebró el 3 de agosto fueron juzgados 57 miembros de las JSU, de los cuales 14 eran mujeres. Entre los acusados se encontraban los tres asesinos de Gabaldón, mientras que la mayoría del resto habían sido detenidos antes del atentado. En el juicio se dictaron 56 penas de muerte. Los acusados que no habían participado directamente en el atentado contra Gabaldón fueron acusados de reorganizar las JSU y el PCE para cometer actos delictivos contra el «orden social y jurídico de la nueva España», y condenados, por «adhesión a la rebelión». La mayoría de las ejecuciones (incluyendo las de «las Trece Rosas») tuvieron lugar en la madrugada del 5 de agosto de 1939, junto a la tapia del cementerio de la Almudena de Madrid, a 500 metros de la prisión de Las Ventas. Al día siguiente fueron fusilados los autores materiales del atentado.

Nueve de las jóvenes fusiladas eran en el momento de su muerte menores de edad, ya que la mayoría de edad estaba establecida en 23 años.

Monumento a las Trece Rosas, en el cementerio de la Almudena de Madrid. Crédito: Wikimedia Commons
Monumento a las Trece Rosas, en el cementerio de la Almudena de Madrid. Crédito: Wikimedia Commons

Bueno, y ¿quiénes fueron “Las Trece Rosas”? Seguidamente una breve descripción de cada una de ellas:

Carmen Barrero Aguado (20 años, modista). Trabajaba desde los 12 años, tras la muerte de su padre, para ayudar a mantener a su familia, que contaba con 8 hermanos más, 4 menores que ella. Militante del PCE, tras la guerra, fue la responsable femenina del partido en Madrid. Fue detenida el 16 de mayo de 1939.

Martina Barroso García (24 años, modista). Al acabar la guerra empezó a participar en la organización de las JSU de Chamartín. Iba al abandonado frente de la Ciudad Universitaria a buscar armas y municiones (lo que estaba prohibido). Se conservan algunas de las cartas originales que escribió a su novio y a su familia desde la prisión.

Blanca Brisac Vázquez (29 años, pianista). La mayor de las trece. Tenía un hijo. No tenía ninguna militancia política. Era católica y votante de derechas. Fue detenida por relacionarse con un músico perteneciente al Partido Comunista. Escribió una carta a su hijo la madrugada del 5 de agosto de 1939, que le fue entregada por su familia (todos de derechas) 16 años después. La carta aún se conserva.

Pilar Bueno Ibáñez (27 años, modista). Al iniciarse la guerra se afilió al PCE y trabajó como voluntaria en las casas-cuna (donde se recogía a huérfanos y a hijos de milicianos que iban al frente). Fue nombrada secretaria de organización del radio Norte. Al acabar la guerra se encargó de la reorganización del PCE en ocho sectores de Madrid. Fue detenida el 16 de mayo de 1939.

Julia Conesa Conesa (19 años, modista). Nacida en Oviedo. Vivía en Madrid con su madre y sus dos hermanas. Se afilió a las JSU por las instalaciones deportivas que presentaban a finales de 1937 donde se ocupó de la monitorización de estas. Pronto se empleó como cobradora de tranvías, ya que su familia necesitaba dinero, y dejó el contacto con las JSU. Fue detenida en mayo de 1939 siendo denunciada por un compañero de su «novio». La detuvieron cosiendo en su casa.

Adelina García Casillas (19 años, activista). Militante de las JSU. Hija de un guardia civil. Le mandaron una carta a su casa afirmando que sólo querían hacerle un interrogatorio ordinario. Se presentó de manera voluntaria, pero no regresó a su casa. Ingresó en prisión el 18 de mayo de 1939.

Elena Gil Olaya (20 años, activista). Ingresó en las JSU en 1937. Al acabar la guerra comenzó a trabajar en el grupo de Chamartín.

Virtudes González García (18 años, modista). Amiga de María del Carmen Cuesta (15 años, perteneciente a las JSU y superviviente de la prisión de Ventas). En 1936 se afilió a las JSU, donde conoció a Vicente Ollero, que terminó siendo su novio. Fue detenida el 16 de mayo de 1939 denunciada por un compañero suyo bajo tortura.

Ana López Gallego (21 años, modista). Militante de las JSU. Fue secretaria del radio de Chamartín durante la Guerra. Su novio, que también era comunista, le propuso irse a Francia, pero ella decidió quedarse con sus tres hermanos menores en Madrid. Fue detenida el 16 de mayo, pero no fue llevada a la cárcel de Ventas hasta el 6 de junio. Se cuenta que no murió en la primera descarga y que preguntó «¿Es que a mí no me matan?».

Joaquina López Laffite (23 años, secretaria). En septiembre de 1936 se afilió a las JSU. Se le encomendó la secretaría femenina del Comité Provincial clandestino. Fue denunciada por Severino Rodríguez (número dos en las JSU). La detuvieron el 18 de abril de 1939 en su casa, junto a sus hermanos. La llevaron a un chalet. La acusaron de ser comunista, pero ignoraban el cargo que ostentaba. Joaquina reconoció su militancia durante la guerra, pero no la actual. No fue conducida a Ventas hasta el 3 de junio, a pesar de ser de las primeras detenidas.

Dionisia Manzanero Salas (20 años, modista). Se afilió al Partido Comunista en abril de 1938 después de que un obús matara a su hermana y a unos chicos que jugaban en un descampado. Al acabar la guerra fue el enlace entre los dirigentes comunistas en Madrid. Fue detenida el 16 de mayo de 1939.

Victoria Muñoz García (18 años, activista). Se afilió con 15 años a las JSU. Pertenecía al grupo de Chamartín. Era la hermana de Gregorio Muñoz, responsable militar del grupo del sector de Chamartin de la Rosa. Llegó a Ventas el 6 de junio de 1939.

Luisa Rodríguez de la Fuente (18 años, sastre). Entró en las JSU en 1937 sin ocupar ningún cargo. Le propusieron crear un grupo, pero no había convencido aun a nadie más que a su primo cuando la detuvieron. Reconoció su militancia durante la guerra, pero no la actual. En abril la trasladaron a Ventas, siendo la primera de las Trece Rosas en entrar en la prisión.

Hay una película “Las 13 Rosas”, del director Emilio Martínez-Lázaro; música de Roque Baños; fotografía de José Luis Alcaine y cuyos actores principales son Pilar López de Ayala, Verónica Sánchez, Marta Etura, Nadia de Santiago, Bárbara Lennie, Goya Toledo, Gabriella Pession, Félix Gómez, Fran Perea, Enrico Lo Verso, Miren Ibarguren, Asier Etxeandía, Alberto Ferreiro, Luisa Martín, Secun de la Rosa, Adriano Giannini, Gabriella Pession, Leticia Sabater. La cinta ganó, en el 2007, 4 premios Goya (el equivalente del Oscar en España), incluyendo mejor fotografía y música original, que es sencillamente lindísima; además de 14 nominaciones obtenidas. Si quieren ver un avance, lo pueden hacer aquí.

La historia de “Las Trece Rosas” a través del tiempo ha inspirado a muchas personas. Una de ellas es Julian Fernández del Pozo que escribió un precioso poema con el que cierro esta columna.

“Trece Rosas”

Madrid se viste de luto,
por trece rosas castizas,
trece vidas se cortaron,
siendo jóvenes, casi niñas.

Malditas sean las almas,
de sus verdugos fascistas,
que con guadañas de odio,
segaron sus cortas vidas.

España es vuestra madre,
su cielo vuestra sonrisa.
sus campos tienen la sangre,
de unas rosas, casi niñas.

El pueblo de Madrid os quiere,
ese pueblo que abomina,
de salvadores de patrias,
de rojos y de fascistas.

Madrid es patria de todos,
su nombre solo mancillan,
el odio de los caciques,
cuya razón es la envidia.

Las rosaledas de parques,
de esta, nuestra España chica,
reflejarán vuestras caras,
vuestras sonrisas de niñas.

Benditas seáis mil veces,
benditas vuestras familias,
malditos los asesinos,
que nuestras rosas marchitan.

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