La economía política y el desarrollo

Vía costarricense

Johnny Soto Zúñiga

Johnny Soto Zúñiga

Para un país la adopción de políticas económicas viables que colaboren con el crecimiento y desarrollo es fundamental; el bienestar material y la satisfacción de las necesidades de las grandes mayorías debe ser siempre el norte. Se puede tener planificación por objetivos, pero no debe verse simplemente la “frialdad de los números”, sino que está en juego la calidad de vida de todos los ciudadanos (as) de una sociedad. Todos de una u otra manera generamos riqueza, desde nuestras empresas, pequeños comercios, profesionales de servicio, funcionarios públicos, técnicos y agricultores, etc.; debemos jalar la carreta hacia adelante. Lo difícil siempre es tener una concepción realista y el pensamiento económico debe aproximarse lo más que se pueda a la realidad de las cosas; este es el dilema de todos los días.

Los principios y valores de solidaridad, equidad, justicia, igualdad y libertad, deben ser siempre privilegiados en beneficio de los seres humanos. Los abogados coincidimos en que el Derecho tiene como fin la justicia y se dice que los economistas también. De tal manera que la piedra angular de las acciones de los detentadores del poder deber ser siempre la justicia, equilibrando la parte social con la económica, que reporta los recursos económicos para las soluciones sociales de un país. Bacon afirmaba que se necesitaba: “alas en el pensamiento para volar y plomo en los pies para vivir la realidad.” Una sentencia real que a veces muchos gobernantes, analistas, estudiosos e investigadores socioeconómicos se les olvida en sus documentos y decisiones.

En nuestro país, cada cuatro años elegimos un nuevo gobernante; con la esperanza de ver mejor el “estados de cosas”, todos queremos un país en crecimiento constante, con calidad de vida, de progreso y desarrollo en todos los ámbitos; pero no manejamos la variables macroeconómicas que puedan producirse o cambian de un pronto a otro, por factores exógenos o internos que hagan perder el bienestar social como fin primordial en la toma de decisiones. Costa Rica es un país que se encuentra en la tabla media en el escalafón mundial, en vías de desarrollo, “entre el segundo y tercer mundo”. Nos vanagloriamos que somos los primeros exportadores de productos de la región centroamericana. Un país relativamente caro, de libre mercado, una sociedad de consumo en todo el sentido de la palabra.

Inmersos totalmente en el mundo de la globalización, con firma de tratados comerciales con muchas regiones del mundo; nuestros principales compradores son: Estados Unidos de América, Europa, México, Centroamérica y Suramérica, y con buenas relaciones comerciales con algunos países asiáticos como China, Japón, Singapur, Corea del Sur, etc. Por lo tanto, lo que suceda en las diferentes regiones del mundo, por supuesto que repercute en nuestro país. Compramos petróleo a México y Venezuela; lo que suceda con los precios de este producto en la OPEP (organización de países exportadores de petróleo) nos afecta directamente, al ser consumidores y no productores del oro negro. Cuando sube el precio del dólar USA por barril de petróleo, incide en nuestra economía nacional.

Entonces, tenemos un panorama diferente en cada período gubernamental, porque la economía política que ponga en práctica cada gobierno, puede tener un diseño y líneas generales, sin embargo la pluralidad de los fenómenos de este espacio y tiempo pueden cambiar. En un momento determinado es importante el accionar de un gobierno con reglas claras como regulador de las políticas públicas en materia económica. En las últimas semanas hemos visto que han salido a la luz pública las políticas adoptadas por el ministro de Hacienda de la Administración Arias -2006-2010- don Guillermo Zúñiga en un artículo denominado “aclaración necesaria”, y la rápida contestación del ministro Edgar Ayales del actual gobierno con “otra aclaración necesaria” publicada en La Nación del 9-03-14).

Por supuesto, que las cifras de ambos en varios campos pueden coincidir o discrepar, porque los fenómenos sociales y económicos se dieron en épocas diferentes. Cada administración pública toma lo que cree son las mejores decisiones en su espacio y tiempo, según las circunstancias macroeconómicas del país. Zúñiga expresa que el mayor déficit financiero se alcanzó en los últimos tres años de la administración Chinchilla, y Ayales replica que el origen del déficit fiscal actual es el drástico aumento en el gasto público corriente ocurrido entre el 2008 y el 2010. Es interesante como dos gobiernos de un mismo partido político, puedan tener esas diferencias, inclusive, Ayales critica la falta de contenido financiero para los programas sociales (Avancemos, aumento de las pensiones del régimen no contributivo etc.). Sin embargo Zúñiga se basa en una buena recaudación de los impuestos y mayores ingresos fiscales.

Lo cierto es que ambas administraciones se preocuparon por impulsar las reformas fiscales que está necesitando el país desde hace alrededor de 15 años, no obstante todos sabemos los obstáculos a lo interno de la Asamblea Legislativa, para su respectiva aprobación. Lo demás son números más o números menos, en dos épocas diferentes, donde las decisiones financieras y sus efectos son diferentes. Inclusive Ayales señala que: “El aumento en el gasto total, unido a una carga tributaria ligeramente menor a la del 2005, se tradujo en un incremento sustancial en el déficit financiero, que pasó del 2,1% del PIB (en el 2005) al 5,1% del PIB, en el 2010.” La historia y los investigadores se encargarán de sopesar cuales fueron las mejores decisiones en ambos gobiernos, que no tengo duda que los dos ministros de Hacienda han actuado de la mejor buena fe posible a la hora de tomar las decisiones de las políticas económicas.

La vigilancia de la Hacienda Pública, la balanza de pagos, la balanza de comercio entre importaciones vs exportaciones, los fenómenos externos como la crisis financiera en EE.UU. del 2008 (si nos golpeó mucho o parcialmente y se tomaron medidas de urgencia como el Plan Escudo, etc.), la devaluación del dólar USA con respecto a nuestra moneda costarricense y sus fluctuaciones, la recaudación de los impuestos directos e indirectos (sin aprobarse una reforma fiscal), el gasto público, el gasto de capital, una mayor o disminución de la producción nacional, son variables o distorsiones a tomar en cuenta a la hora de observar el fomento y desarrollo de la economía nacional. Lo importante es que creemos en la participación y regulación del Estado, en la fijación de las políticas económicas; escuchando a todos los sectores y no al servicio de intereses individuales o gremiales, sino con una aplicación de la economía política para toda la colectividad costarricense.

Por otra parte, muchos costarricenses interesados en los temas económicos, estábamos esperando el “famoso debate de los economistas” de los dos partidos políticos que participan en la segunda ronda electoral del próximo 6 de abril, entre el PAC y el PLN. Con el sorpresivo desistimiento del candidato liberacionista de proseguir en la campaña electoral, se abortó esta excelente iniciativa de un debate sobre las políticas económicas a implementar por ambos equipos de llegar al Poder Ejecutivo. Nos quedamos con las ganas, a pesar de la insistencia del coordinador económico del PLN, Leiner Vargas. Entonces echamos mano de lo propuesto en los programas de gobierno. Importante saber sobre las decisiones financieras de los que conducirán el Banco Central y el Ministerio de Hacienda.

Los costarricenses tenemos derecho a saber qué políticas se ejecutarán para controlar la inflación, en momentos que el mercado cambiario del dólar con respecto al colón, es muy fluctuante (afecta los productos importados, el precio en los productos nacionales, los bienes y servicios, aumento de las materias primas importadas; afectan todos los productos que consumimos). Todo esto genera incertidumbre, inseguridad jurídica y económica, se retrotrae el crédito bancario, disminución de la construcción de casas y edificios, se hacen pocas obras e inversión en infraestructura. Disminuye la atracción de inversión extranjera en el país, fuga de capitales hacia el extranjero. Todos estos aspectos dañan la economía de un país. Por eso es importante que el tema de las elecciones acabe pronto el 6 de abril, para volver a generar tranquilidad en la ciudadanía del país.

Nuestro sistema no se basa en una “economía dirigida” y totalmente controladora, como lo que está sucediendo en Venezuela, que todo está al servicio del Estado, en detrimento de la iniciativa privada, las libertades públicas han venido confiscándose y se convierten en Estados con un sistema fallido (la experiencia lo dice así, con otros experimentos socializantes); ni tampoco coincidimos con el otro extremo del capitalismo total, del libre mercado, donde todo opera según la ley de la oferta y la demanda, del liberalismo económico con su “laissez-faire, laissez passer” (Escuela clásica, basada en esta doctrina de libertad total genera un capitalismo salvaje, de concentración de la riqueza).

En Costa Rica, podría decirse que las ideas del gran economista inglés John Maynard Keynes, han influido en los economistas preocupados por los temas sociales y relacionados con la política económica, proteccionista y mayor control de los factores del desarrollo económico, incluso con la orientación de la iniciativa privada, el control del ahorro y producción, e inversiones mediante una política adecuada en materia fiscal y bancario (el control que ejerce el Banco Central en materia monetaria, etc.) Después han venido otras teorías como las del “ciclo económico” que ven en la dinámica un medio que explica las variaciones cíclicas de la actividad económica.

Se concluye, que en momentos de crisis internas o externas, los ciudadanos (as) son lo primero, y nada mejor que traer las palabras visionarias de Rodrigo Facio Brenes que señalaba: “Aunque el complejo costarricense es -naturalmente- uno solo, bien cabe dividirlo, según que la debilidad o la falla nacional se mantiene en las relaciones del país con fuerzas económicas extranjeras, o en sus mismas relaciones internas, en fenómenos de orden internacional o externo, y fenómenos de orden nacional o interno. No obstante la conexión y dependencia recíproca de unos y otros –o quizá más bien por eso mismo –importa hacer la división para fijar, en primer término, el orden de las medidas a tomar. Y en efecto, ella nos permite decir que el orden que debe seguirse es el siguiente: 1°), política interna, y 2°, política externa; porque es lógico que no podamos adoptar una actitud efectiva de resistencia ante los imperialismos económicos y financieros, movidos por fuerzas y dentro de circunstancias que escapan a nuestro control, mientras no contemos con algo que sí está en nuestras manos conseguir: una economía doméstica robusta y bien organizada.” (Estudio sobre economía costarricense. Rodrigo Facio Brenes. Págs. 220 y 221)

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