Gracias por todo, don Alberto Cañas Escalante

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Camilo Rodríguez Chaverri

Don Alberto Cañas fue un costarricense muy especial. Gran lector, gran columnista, una especie de conciencia viva del país. Nació y creció en San José, fue secretario de la Junta Fundadora de la Segunda República, fue el primer director del periódico La República, columnista por muchos años en La República y La Prensa Libre, don Alberto Cañas era el más culto de los periodistas de Costa Rica. Autor de muchos libros de cuentos, entre ellos, “Los Cuentos del Gallo Pelón” y “Crisantema”; así como notables obras de teatro, entre ellas, “Uvieta”, “Jueves Santo” y “Una bruja en el río”; una novela brillante, “Los Molinos de Dios”… Don Alberto reflejó muy bien la sociedad costarricense, la clase media, en “Una casa en el Barrio de El Carmen”; la política clientelista, en “La Soda y el FC”; escribió bellísimas obras de arte como el cuento “Crisantema” y hasta un poema hermosísimo sobre un beso. Su novela “Los molinos de Dios”, es la gran novela de la cultura cafetalera, del Valle Central.

Fue el primer ministro de Cultura de Costa Rica y el padre de la Compañía Nacional de Teatro. Bajo su mandato, también se realizó en el Ministerio de Cultura una gran cantidad de publicaciones. Fue diputado en dos ocasiones por el Partido Liberación Nacional. La primera vez fue en el gobierno de don Francisco J. Orlich. Fue jefe de fracción durante los cuatro años. La segunda vez fue durante el gobierno de don José María Figueres. En esa ocasión, fue presidente de la Asamblea Legislativa. Como periodista, destacó su columna “Chisporroteos”, durante muchas décadas, en La República y La Prensa Libre, y su página de humor, “La Piapia”, que escribió junto a don Álvaro Fernández y don Roberto Fernández.

También tuvo una columna de crítica de cine. Fue el lector más grande que he conocido, y la persona que veía más cine. Don Alberto Cañas fue un hombre coherente. Nunca se traicionó a sí mismo ni traicionó sus principios. Al final, tenía el programa “Así es la cosa”, junto a mi maestro, don Álvaro Fernández Escalante, primo de don Alberto, y con el escritor Fernando Durán Ayanegui.

La radio se convertía en una escuela y en una cátedra cuando él hablaba. Me enteré de su muerte poco antes del triunfo de nuestra Selección contra Uruguay. Lloré de tristeza por su muerte y de alegría con la Selección. Fue tan generoso y tan desprendido don Alberto, que Dios se lo llevó en un día de fiesta nacional.

A mí se me ha ido el más importante maestro de mi vida, que eso es don Alberto Cañas, una guía, un faro, una brújula para mí. Que Dios lo disfrute tanto en el cielo como lo ha disfrutado este pequeño periodista y escritor que tanto lo va a extrañar. Muchas gracias por todo lo que nos dio, don Alberto, que Dios se lo pague en el paraíso. Y que su obra se lea con cuidado, atención y deleite. Él vive para siempre en sus libros.

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