Fortalecimiento de la derecha religiosa conservadora

Ágora*

Guido Mora
guidomoracr@gmail.com

Guido Mora

Este es el segundo artículo en que deseo reseñar las brechas ideológicas que prevalecen dentro del Partido Liberación Nacional.

Hoy quiero reflexionar sobre la relación entre la política y la religión, a raíz de los acontecimientos del pasado 1 de mayo. Quiero ir un poco más allá, para comprender el interés de muchos grupos políticos y religiosos, de promover, alimentar y fortalecer las alianzas entre estos dos instrumentos de dominación y el impacto que ha tenido, esta alianza, en los acontecimientos políticos recientes en Centro América en general y en Costa Rica, en particular.

Esta temática se encuentra en la base misma de las estructuras de dominación ideológica: somos esclavos y prisioneros de esta realidad. Pasa desapercibida para la mayoría de los costarricenses y latinoamericanos. Algunos ni siquiera distinguen conscientemente su existencia y sus promotores, en la mayoría de los casos, sencillamente la niegan.

Históricamente, la religión ha sido un mecanismo de dominación ideológica, orientada a imponer las creencias y la estructura ideológica de los grupos dominantes, sobre los dominados o subordinados.

La imposición de esa estructura responde a momentos diversos del desarrollo de la sociedad latinoamericana, de acuerdo a los objetivos que cada grupo dominante desee impregnar al funcionamiento de los diversos conglomerados humanos.

Para el caso que nos ocupa, los expertos en el tema distinguen tres etapas en la historia, que identifican la “cadena de la dominación religiosa a lo largo de los últimos quinientos años en América:

a. la sustitución de la espiritualidad de los pueblos indígenas por el catolicismo, con acento en los tres siglos de la Colonia,

b. la sustitución del catolicismo por el protestantismo y;

c. la sustitución del protestantismo convencional por la nueva religión oficial del ‘Pueblo escogido de Dios’, los Estados Unidos: con la importación de sectas tales como los mormones, nuevas tribus, Instituto Lingüístico de Verano y otras modalidades típicas en la fase de la dominación global.

Cada Imperio fragua su propia concepción religiosa de dominación (a su imagen y semejanza y según sus propios intereses)”. (Rivas-Rivas 2006).

Por razones obvias, nos vamos a ocupar someramente de los dos segundos momentos históricos.

Con la Guerra Fría ya Estados Unidos había identificado la necesidad de neutralizar los movimientos populares latinoamericanos, que luchaban contra múltiples dictaduras apoyadas por el Gobierno de Washington.

En los años 70, Nelson Rockefeller expresó, en un documento que entregó al presidente Nixon, que «los Estados Unidos deberían de dar más respaldo a los grupos fundamentalistas cristianos o a iglesias -tipo Moon o Hare Krishna, como mecanismo para contrarrestar la naciente Teología de Liberación”. Agregaba: «La Iglesia Católica ha dejado de ser un aliado de confianza para los Estados Unidos y la garantía de estabilidad social en el continente”. Por supuesto esto cambiaria más tarde cuando se realiza la alianza entre Ronald Reagan y el Papa Juan Pablo II. Silleta – 1986.

Desde 1980, con el triunfo de Ronald Reagan y la publicación del Documento de Santa Fe, que asume el nombre de la Capital del Estado de Nuevo México, lugar en donde se redactó este planteamiento estratégico, se esboza con claridad la estrategia ético-religiosa-moral de la plataforma conservadora de los Estados Unidos, destinada a luchar contra los grupos progresistas latinoamericanos. Este documento establece la necesidad, entre otras cosas, de “aumentar la influencia de la cultura y costumbres norteamericanas y alentar la propagación de religiones evangélicas fundamentalistas provenientes de éste país, que desde esos años habían mostrado una gran expansión en muchos países -a través de fundaciones vinculadas al gobierno y mediante el uso de programas de cooperación técnica-. Estos programas eran financiados mediante la transferencia de varios miles de millones de dólares. David Stoll.

El objetivo era claro, “pretendía debilitar los movimientos de resistencia a los Estados Unidos y canalizar las demandas del pueblo hacia el activismo religioso”.

Para este mismo período, la elección de Karol Wojtyla como Papa, y la clara posición conservadora de este Pontífice, conduce al Presidente Reagan a romper la tradición política de 200 años y establece relaciones diplomáticas con el Estado de Vaticano, con lo que logra un tridente destinado a neutralizar los grupos progresistas, integrando a los sectores católicos, encabezados por el Opus Dei y el mismo Papa; a los grupos evangélicos, encabezados por los mormones; y a las fuerzas armadas de Estados Unidos, que se encargaban de “neutralizar” a aquellos sectores sociales que no lograban alinearse mediante la difusión de las ideas religiosas. Retana Yarto, 2013.
Resultado de estas alianzas, es fundado, en abril de 1981, el Instituto de Democracia y Religión(sic) presidido por el Reverendo Edmung Robb y por Jeanne Kirkpatrick, destinado a unificar a todas aquellas Iglesias Evangélicas que no integran el Consejo Mundial de Iglesias y financiar a todos «aquellos que quieran predicar en el continente».  “Su política para los Estados Unidos y el exterior es sencilla y clara: luchar contra el aborto, el feminismo, la homosexualidad y grupos políticos opositores.  Por ejemplo, apoyaron económicamente a Monseñor Miguel Obando y Bravo, arzobispo de Managua y lo condecoraron por su «lucha acérrima al proceso revolucionario”. Silleta, junio 1986.

En diciembre de 1984, se publicó el segundo Documento de Santa Fe, bajo el título “La prosecución de la revolución conservadora”. En este documento se le solicita al presidente Reagan que «estreche sus vínculos con los sectores conservadores de la Iglesia Católica y combata por todos los medios a la Teología de la Liberación, sus seguidores y al “infantilismo” de la defensa de los derechos humanos». Silleta, junio 1986.

El ataque a los sectores religiosos aliados a las amplias masas populares, que estaban sujetas a la explotación económica no fue únicamente ideológico. Los grupos conservadores dominantes recurrieron también a la eliminación de enemigos poderosos. El asesinato de Oscar Arnulfo Romero, jesuita salvadoreño que apoyaba las luchas populares, constituyó un acto cobarde, que dejó muy claro los valores humanos que motivaban, el accionar de quienes estaban detrás de estas alianzas político-ideológicas.

Para finales de los años 70 y principios de los 80, se ejecutaban en Centro América dos operaciones encubiertas:

1- el Plan Horse (Tomado de Caballo de Troya), operación destinada a involucrar a la iglesia católica en la lucha contrarrevolucionaria. Este plan le fue comunicado por el entonces vicepresidente de Estados Unidos George Bush, a Juan Pablo II, el 15 de 1983, en una reunión sostenida en Roma, indicándole que esta operación tenía como objetivos:

a) Provocar en lo inmediato un enfrentamiento escalonado de la Iglesia en Nicaragua con la revolución sandinista, con el propósito de entorpecer el proceso de las elecciones en este país y favorecer la intervención estadounidense en el área, especialmente en Nicaragua. El Departamento de Estado, que coordina las acciones con la jefatura de la CIA, da al arzobispo Obando el papel de `punta de lanza’ en el marco de la “Operación Horse”. En este marco, se informaba que el gobierno Reagan había dado especial importancia al desarrollo de los acontecimientos en Nicaragua y al papel principal que en el orden ideológico que desempeñaba la Iglesia.

b) Influir en los sectores cristianos de Estados Unidos, especialmente en los círculos católicos, con el propósito de presionar al Episcopado norteamericano para que disminuyera sus ataques al gobierno Reagan y para que pospusiera, para después de las elecciones, la nueva carta pastoral que tenía en preparación y que encierra un enjuiciamiento muy crítico a la política económica del presidente (de los Estados Unidos); reducir el espacio de solidaridad hacia Centroamérica que manifiestan los sectores cristianos de Estados Unidos y que incluye a algunos obispos que han condenado abiertamente la política intervencionista de Reagan en la región; finalmente, ganar el voto del electorado católico a favor de la reelección de Reagan como presidente;

c) La articulación por El Vaticano y el CELAM de una ofensiva contra la “Teología de la Liberación” y contra la llamada Iglesia Popular o Iglesia de los Pobres. Al respecto, destacan el documento del cardenal Joseph Ratzinger, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, del Vaticano y posteriormente Papa, sobre la Teología de la Liberación y la investigación que ordenó a los obispos peruanos sobre los escritos del sacerdote Gustavo Gutiérrez, de la arquidiócesis de Lima, quien es considerado el padre de esta teología latinoamericana. Revista Proceso – Edición México.

2- La “Operación Charly”, una variante del “Plan Cóndor”, impulsado por la CIA y los Estados Unidos en América del Sur, en que se apoyaba a las dictaduras militares, para desarrollar una guerra sucia, eliminando política y físicamente a los enemigos de estos regímenes. Para el caso centroamericano, la estrategia se ejecutó con el apoyo de la dictadura Argentina, que envió grupos para “capacitar a fuerzas militares y paramilitares de contrainsurgencia en Nicaragua, Honduras, El Salvador y Guatemala, y exportando la experiencia argentina, los tristemente célebres escuadrones de la muerte que operaron en El Salvador, son producto de esta estrategia. Martha Honey, Hostile acts: US policy in Costa Rica y  Leslie Gelb.

La estrategia de expansión de los grupos evangélicos pentecostales tiene gran éxito, “estos grupos plantean un discurso de curar a través de la fe, usando un tono marcadamente apocalíptico. Para el año 1986 representaban el 10 por ciento de la población chilena, más de 10 millones de seguidores en Brasil y cerca de un millón en la Argentina.  La razón principal de ese masivo crecimiento fueron las grandes campañas de predicadores norteamericanos, que operaron a través de la radio, la televisión y campañas masivas. Por esas fechas, se organizó la visita de Jimmy Swaggart a Buenos Aires, acompañado de su de 70 personas. El costo de la visita fue de aproximadamente 150 mil dólares (transporte, alojamiento en el mejor hotel de la ciudad, alquiler del estadio, micros y publicidad). Si, se suma la treintena de programas radiales y televisivos que se emitían en Buenos Aires para esa época, se considera que la inversión de estas iglesias, estaba por encima del millón de dólares, dinero proveniente de los Estados Unidos. Alberto Silleta.

Para el caso centroamericano, por ejemplo, “la Iglesia del Verbo se instaló en Guatemala en 1976 y trabajó activamente en las Fuerzas Armadas. Cuando en 1982 se produjo un golpe de Estado que llevó al poder al general Efraín Ríos Montt, quien se declaró presidente en el “nombre de mi Señor y de mi Rey», esta acción recibió el apoyo del Instituto de Democracia y Religión y de la secta Moon.  En diciembre de 1985 el periódico evangelista “El Puente”, realizó un reportaje de portada a los pastores de Ríos Montt, que habían llegado a la Argentina a fundar la Iglesia del Verbo. Obviamente, este diario no lo llamaba dictador sino: el “Primer Presidente Evangélico de Latinoamérica”. Silleta – 1986.

La alianza con los grupos conservadores católicos neo-integracionistas persiste hasta la actualidad. Grupos integristas católicos continúan su labor en la sociedad contemporánea. El Opus Dei, el Camino Neocatecumenal y los Legionarios de Cristo, son algunos de los movimientos conservadores que forman entre otros los grupos Provida y luchan por promover las ideas conservadoras pre Conciliares, aprobadas por el Concilio Vaticano II. Jaume Barallat, enero 2005. Paradójicamente, la carrera entre los grupos católicos y los evangélicos, la van perdiendo los primeros.

Según datos del Pew Research Centre, en una investigación realizada en el 2014, para ese año, “apenas el 69% de latinoamericanos se identificaba como católico. América Latina posee más de 425 millones de católicos que representan casi el 40% de la población católica en todo el mundo, pero el número de fieles que busca otra denominación aumenta sostenidamente, en su mayoría en denominaciones protestantes… La iglesia Católica ha experimentado pérdidas netas a causa del cambio religioso ya que muchos latinoamericanos se han unido a iglesias protestas evangélicas o simplemente rechazado una religión organizada», apunta el estudio”.

Según datos del semanario Noticia Cristiana.com, América Latina tendrá, para el año 2025, más de 202 millones de evangélicos.

Si usted ha llegado hasta aquí, leyendo este artículo se preguntará, ¿a qué viene toda esta exposición?

Sencillo, a que estos grupos católicos neo-integristas y los fundamentalistas evangélicos conservadores, son en su mayoría enemigos de apoyar las transformaciones en la valoración, reconocimiento y ejecución de los derechos humanos.

La estrategia expansionista de los evangélicos y la lucha por el poder de los católicos, para evitar la aprobación de derechos de grupos diversos, de mujeres o de parejas heterosexuales o diversas, se está viviendo cotidianamente en los países de Centro América en general y Costa Rica en particular.

La estrategia de crecimiento, neutralización e invisibilización de los sectores o grupos que se opongan a sus ideas, los hace recurrir a violencia pasiva o activa, a obtener posiciones de privilegio en las instancias de gobierno y a buscar mecanismos para frenar cualquier idea progresista, que se anteponga a sus concepciones fundamentalistas.

Es por eso realmente lamentable que, tal como señaló un dirigente liberacionista de Guanacaste, ante la pérdida de apoyo de este partido ha sufrido los últimos años, producto de las políticas conservadoras, que han roto las alianzas sociales y políticas que históricamente impulsó, han tenido que buscar el respaldo de los grupos cristianos conservadores porque, en sus palabras: han crecido mucho y son muy importantes.

Y esto no es nuevo, ni responde a la realidad actual del PLN. Tal como lo señalaba Gabriela Arguedas, en una publicación reciente en este mismo medio digital, (De amiguismos, mercaderes de la fe y mercaderes de los votos), a esta misma estrategia recurrieron Laura Chinchilla y Johnny Araya en pasadas elecciones.

Peor el panorama aún, por lo ocurrido en la Asamblea Legislativa el 1 de mayo pasado. La alianza del Partido Liberación Nacional, que da como resultado la elección del diputado Gonzalo Ramírez, no es sino la demostración de que, los partidos políticos tradicionales, han sido permeados por estos grupos religiosos conservadores, que ante los intereses políticos y sociales progresistas, anteponen sus intereses fundamentalistas y constituyen un freno al necesario avance del reconocimiento de los derechos humanos, de los sectores sociales pluralistas y diversos, que conforman las sociedades modernas.

Tal como lo expresé oportunamente con algunas personas con las que conversé, yo estoy obligado a cumplir un compromiso, pero por favor, que con quienes yo asumí ese compromiso, no me obliguen a apoyar a personas que me van a generar problemas o van a poner en entredicho mi palabra o mi posición política, porque “nunca es bueno dispararse a los pies”.

Quiero concluir este largo escrito, llamando a la reflexión.

Haciendo hincapié en que existe una estrategia política, económica e ideológica, que ha privilegiado el avance de la derecha religiosa conservadora en Centro América en general y en Costa Rica en particular y que Liberación Nacional, no puede ni debe caer en este juego macabro, que lo aleja, cada vez más de los sectores sociales más desposeídos.

Los operadores políticos y el Candidato liberacionista, tienen la palabra, porque tal como lo expone el diario digital The Guatemala Chronicleuna gran cantidad de líderes evangélicos en América Latina, no son sino, hijos de Jesuséros Fanáticos”.

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* El Ágora era el centro de la actividad política, administrativa, comercial y social de la antigua Atenas.

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