El cambio y la política tradicional

Vía costarricense

Johnny Soto Zúñiga

Johnny Soto Zúñiga

El gobierno de la República al mando de su presidente Luis Guillermo Solís, ha cumplido su primer año. La opinión pública se ha concentrado en este tema, sobre sus decisiones y realizaciones, el manejo político y administrativo, las renuncias y destituciones de jerarcas; nombramiento de nuevos funcionarios públicos a la cabeza de ministerios e instituciones, los errores y desaciertos en sus gestiones, etc. En la segunda ronda de las elecciones nacionales votaron alrededor de un millón trescientos mil votantes por el Partido Acción Ciudadana, que por primera vez accede al poder y que rompe con el bipartidismo reinante de los últimos 60 años (habían gobernado el Partido Liberación Nacional -PLN- y el Partido Unidad Social Cristiana -PUSC-y sus distintas denominaciones de origen calderonista).

Comienzan a aflorar las encuestas de las firmas dedicadas a estos estudios e investigaciones de opinión pública, que miden el pulso de los acontecimientos y a los jerarcas de las instituciones públicas. El Semanario Universidad ha publicado una encuesta elaborada por el Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP) de la Universidad de Costa Rica; señala en forma precisa el desánimo y pesimismo sobre el rumbo del país, y que 8 de cada 10 costarricenses “no perciben el prometido cambio” del Partido Acción Ciudadana (PAC) en la pasada campaña electoral. Durante este primer año dilapidaron el gran caudal de votantes que creyeron en su propuesta de un verdadero cambio. La encuesta muestra que un 76,8% que los costarricenses no señalan ningún cambio en el gobierno, o una actuación diferente a lo que venían haciendo los partidos tradicionales, y solamente el 19,9% si percibe algún cambio y el 3,3% no respondió.

Con lo anterior, se nota que el gobierno de Solís viene en caída libre; el beneficio de la duda otorgado en este primer año de parte de los costarricenses de esperar a que aprendieran a gobernar, a adquirir experiencia, ha quedado a un lado ante tantos desaciertos y tropiezos en el manejo político; el alto costo político de mantener al ministro de la Presidencia Melvin Jiménez, quién con poca experiencia política, su falta de conocimiento del funcionamiento de la organización gubernamental, el no blindar al presidente de la República, la falta de coordinación con los diputados de las distintas fracciones legislativas, y sus erróneas salidas a la prensa, minaron al gobierno en su primer año de gestión. Se espera que el nuevo ministro de la Presidencia Sergio Alfaro, quien fuera diputado y presidente del Instituto Nacional de Seguros, ejerza sus funciones con mayor tacto político; además la novedad de inicio de este segundo año es el nombramiento de un ministro de Comunicación, el periodista Mauricio Herrera, que durante el primer año no existió.

En el tema económico la encuesta del CIEP señala que la percepción se mantiene en los niveles vistos desde abril de 2013, el 60% señala que la situación económica es mala o muy mala; y el desempleo y el costo de la vida siguen siendo los mayores problemas. En términos generales el 60% cree que el presidente Solís tiene pocas o ninguna posibilidad de cumplir con las promesas de campaña; y la confianza en el presidente es actualmente del 42%. Para este segundo año de gobierno que inicia el presidente deberá dar un giro de 180 grados al manejo político y administrativo, si quiere revertir estas encuestas en los próximos meses. Se han dado algunos cambios puntuales de jerarcas entre ministros y viceministros, en ministerios que han tenido problemas y que debieron renunciar o ser destituidos como son: Presidencia, Ciencia y Tecnología, Cultura, Salud, Seguridad, Turismo, y algunas instituciones autónomas y embajadores. Una crítica a los designados durante este año que pasó fue la falta de experiencia en la gestión pública de los jerarcas y que en su mayoría provienen de la academia, y que solo se han dedicado a la teoría y no a la práctica.

Regresando al tema del cambio político, que pueda realizar sustancialmente un gobierno de la República; considero que en las condiciones y estructura orgánica actual del Poder Ejecutivo y sus instituciones autónomas descentralizadas, en realidad es muy poco lo que se puede cambiar; solamente mediante una reestructuración, reformas legales, incluso la tan siempre sonada convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente, podrían guiar y enrumbar al país hacia nuevas formas de dirección política. El Presidencialismo es débil en nuestro país, poco a poco, con tantas leyes e instituciones creadas, fueron minando la figura del presidente de la República y la posibilidad real de gobernar un país y que en realidad se diera lo que ahora se denomina una gobernanza, donde incluso los diversos sectores sociales puedan participar.

El pueblo exige nuevas formas de representación, que lleguen las verdaderas soluciones; pasar del centralismo del pasado a nuevas formas de descentralización territorial, gubernamental y ejecución de los programas institucionales. Muchos líderes políticos cuando están en campaña electoral señalan con el dedo acusador las formas viejas de ejercer la política, la acción gubernamental, abogan por cambios en la gobernabilidad, desean impulsar las reformas a las estructuras del sistema político e institucional, etc. Luego cuando llegan al poder topan con pared, con la maraña institucional y legal del burocratismo entronizado en las instituciones; que frenan cualquier toma de decisiones y políticas públicas y no realizan nada de lo que cuestionaban. Por lo tanto sigo creyendo que un gobierno pueda hacer muy poco durante un período tan corto de 4 años en el ejercicio del Poder Ejecutivo.

También la encuesta del CIEP señala a la Asamblea Legislativa como la institución más desprestigiada con apenas un 4,4% de calificación, que obstruye y obstaculiza todos los proyectos importantes para el país; ahora que entró la alianza opositora a cogobernar y coadministrar desde el Poder Legislativo; con el control del Directorio Legislativo, las comisiones permanentes y las plenas; en manos del PLN y el PUSC; para este segundo año se verá cual es en realidad las intenciones de estos partidos políticos y cuáles serán los resultados de seguir con esta vieja política tradicional. Los costarricenses podrán evaluar en las próximas encuestas el trabajo legislativo, la responsabilidad en la aprobación de nuevas leyes y la implementación de la agenda legislativa que sin duda estará en manos de la alianza opositora cogobernante y con esta nueva realidad política.

Finalmente, a todos los costarricenses, nos sirve un gobierno que haga bien las cosas, que pueda realizar las políticas públicas en beneficio del bien común. A pocos les importa las ideologías políticas; en la actualidad se impone el “pragmatismo” en la solución de los múltiples problemas sociales, económicos y estructurales. Si queremos seguir teniendo un sólido Estado Social de Derecho, todos debemos aportar nuestro grano de arena, para que no se nos escape de las manos nuestro querido país. El gobierno deberá hacer lo propio al contener los disparadores del gasto público y dar muestras de verdadera austeridad; el legislativo tiene la responsabilidad de aprobar las reformas fiscales progresivas necesarias para contener el tan peligroso déficit fiscal del 5,7%, que podría afecta los índices económicos y la estabilidad que hemos gozado hasta la fecha. Las consecuencias inmediatas se dan con el anuncio del mayor banco de EE.UU. el JP Morgan que sugiere a los inversionistas tener menos títulos o bonos de deuda externa de Costa Rica.

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