Economía, educación y desempleo estructural en Costa Rica

Ágora*

Guido Mora

Guido Mora

Los últimos días se han publicado dos noticias que merecen profunda reflexión, porque de ellas depende el futuro de la economía nacional y familiar de los costarricenses. En su orden de aparición: 1- La definición del desempleo como un problema estructural; 2- La transformación de la economía costarricense de una de exportación de productos a otra de exportación de servicios.

Comienzo hablando de la segunda noticia:

El Banco Central dio a conocer, en conferencia de prensa el día de ayer, “que la industria de los servicios pasó de representar un 10% de la producción del país en 1966, a un 28% en 1991 y a un 40% en el 2012, convirtiéndose en la actividad económica más importante… “.

Cómo es de suponer, esta transformación no es el resultado de acciones emprendidas los últimos cuatro u ocho años, sino de un modelo de desarrollo que se ha impulsado enérgicamente, sobre todo desde las últimas décadas del Siglo XX.

Este proceso, impulsado desde el Estado, busca que paulatinamente el aparato productivo nacional se oriente al desarrollo de actividades en las cuales, cómo país, somos más competitivos. Desde esta perspectiva, creo que la orientación es oportuna, lógica y adecuada.

Evidentemente este cambio de rumbo que se impulsa en el aparato productivo costarricense -de la exportación de productos a la de servicios-, tiene una repercusión en la vida de los trabajadores costarricenses.

Algunos trabajadores, los más afortunados, han podido “engancharse” a los cambios estructurales de la economía. Este proceso, sin embargo, no responde a una política concertada, articulada desde el Estado, el Ministerio de Educación o desde los gremios que agrupan a los profesionales del área.

Desde una perspectiva oficial, se ha promovido la transformación del aparato productivo, pero se ha descuidado la adecuación del sistema educativo, de manera que se logren vincular los grupos mayoritarios de trabajadores, a las nuevas tendencias del mercado laboral.

Esta conclusión se deriva de la primera noticia que mencioné al inicio de esta reflexión: Los economistas han llegado a la conclusión de que el desempleo es, en este momento, un problema estructural.

Quiere decir ni más ni menos, que buena parte de los hombres y mujeres que han pasado por el sistema educativo costarricense durante los últimos veinte años, no han tenido la orientación, ni de educadores, ni de autoridades, que les permita identificar las carreras que ofrecen mayores opciones de vincularse a las nuevas tendencias del mercado laboral.

Se pregunta uno: ¿qué han hecho los responsables de la educación en Costa Rica: los jerarcas, los profesores y sus dirigentes?, ¿para qué tantos congresos del APSE, del SEC, del ANDE o de cuanta organización gremial de educadores existe?

Asombra además la falta de coordinación y el desinterés de quienes han regido la educación, o la ausencia de planificación a largo plazo, que no permitió vislumbrar la migración de las actividades productivas y ejecutar las acciones pertinentes que permitieran impulsar la formación de los profesionales que requiere hoy día la economía nacional.

Desde luego esta situación tiene una repercusión directa en el bolsillo de miles de costarricenses. Profesionales que, después de haber pagado su carrera en universidades públicas o privadas, no encuentran espacio para trabajar y aplicar sus conocimientos.

Padres, de alguna manera estafados, que se endeudan para pagar la educación de sus hijos, en muchos casos en instituciones privadas, en las que más importa el negocio: el cobro la matrícula y los pagos mensuales o cuatrimestrales; que una verdadera orientación al estudiante. Instituciones en donde no se preocupan por desarrollar orientaciones vocacionales hacia disciplinas en que los estudiantes puedan tener mayor oportunidad de ser retribuidos económicamente por su trabajo y que permita pagar sus obligaciones financieras y ganarse el posterior sustento de su familia.

Ausente también está la preocupación de las organizaciones gremiales, que más fomentan la ausencia de los educadores a los centros de enseñanza, los días que programan los afamados Congresos, que la reflexión profunda sobre la problemática costarricense, vinculada a la formación de los ciudadanos: los costarricenses del futuro.

Las mismas universidades han pecado con sus políticas de ingreso.

Hace unos días, durante la presentación de un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo, intitulado Dualidad Productiva y Espacio de Crecimiento para las PYMES en Costa Rica el expositor, profesor de una universidad pública costarricense, nos comentaba que ésta y otras universidades desperdiciaban el potencial humano del país, pues habían cientos de jóvenes que manifestaban su interés en estudiar una carrera técnica o una ingeniería. Que todos aprobaban con excelentes notas el examen de admisión en esas carreras, pero que la universidad en que él trabaja –y todas las universidades-, sólo aceptan un número limitado de personas para ingresar a formarse en estas disciplinas.

Mencionaba además, que la relación de graduados en las universidades públicas y privadas es de 30% en carreras técnicas o ingenierías, en contraposición al 70% de graduados en carreras vinculadas con las Ciencias Sociales u otras disciplinas afines, mientras que en el mercado laboral, la relación que existe en requerimientos de profesionales es de 70% de graduados en carreras técnicas e ingenierías, en contraposición al 30% de profesionales de otras disciplinas. Como puede observarse, la relación es inversamente proporcional entre una realidad y la otra.

Es momento de que las autoridades vinculadas a la educación, los jerarcas del INA, los dirigentes de las organizaciones del magisterio y todos los costarricenses, atendamos esta campanada de alerta.

Debemos fortalecer entre los jóvenes, las campañas informativas que divulguen la realidad del mercado laboral y fomentar el surgimiento de orientaciones vocacionales que permitan a estos muchachos, vincularse exitosamente en el mercado laboral de la Costa Rica del Siglo XXI.

Pero no sólo estamos hablando de pedagogía -orientada a la educación de los jóvenes-, sino también, tal como lo expone Miguel Sobrado, en su artículo publicado el día de ayer un diario nacional, -intitulado El INA y el sector tradicional de la economía-, debemos hablar de andragogía –el conjunto de técnicas de enseñanza orientadas a educar personas adultas -. Es indispensable lograr el desarrollo de habilidades y capacidades entre adultos, para que paulatinamente adquieran los conocimientos y las habilidades que les permitan “engancharse” a las orientaciones actuales del mercado laboral costarricense.

En este esfuerzo se sustenta el reto de la reducción del desempleo en nuestro país.

Es indispensable iniciar este esfuerzo, lo antes posible.

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* El Ágora era el centro de la actividad política, administrativa, comercial y social de la antigua Atenas.

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