De amor, comisiones y protección del patrimonio

Monólogos con Pelé *

Lina Barrantes

Lina Barrantes Castegnaro

Si Costa Rica fuera un país normal, nuestra Asamblea Legislativa hubiese estrenado edificio, en abril de 2011. Así fue anunciado en 2008, por el Presidente de la Asamblea Legislativa, Francisco Antonio Pacheco.

La construcción no afectaría el entorno patrimonial, ni daría ningún margen para corrupción, mordidas o comisiones. El BCIE llevaría adelante todo el proceso, tanto la compra de propiedades, como el diseño y la construcción: concursos, permisos, todo. El contrato entregaría en 2011, una propiedad lista. Era un contrato llave en mano, con un crédito blando del BCIE. Es decir tampoco la Asamblea tendría que desembolsar dinero.

Al iniciar la Administración Chinchilla, casi con tanta eficiencia como recetarse el aumento salarial, el directorio de la Asamblea, decide archivar ese proyecto y tomar en sus manos la construcción de la nueva sede legislativa.

La compra de un edificio que a todas luces no reunía los requerimientos, fue el primer intento. En ese momento cuesta entender el porque de la escogencia. El escandalo es tan grande, que, al igual que el aumento de salarios, el gobierno se ve obligado a archivarlo. El rumor, probablemente infundado es que la decisión de esa compra estuvo influenciada por el ofrecimiento de mordidas. Nunca sabremos la verdad, pero el caso es que la compra no se dio.

Hoy, tres años después de que el edificio debió ser entregado, como este no es ese país normal, la Asamblea Legislativa continua funcionando en un edificio tuguriento con condiciones pésimas para el trabajo.

Organizado ya no por un Banco, sino por la Asamblea misma, se abrió un concurso. El diseño escogido, es denunciado, con fotografías que lo muestran como un plagio del edificio del Ayuntamiento de Benidorm. Sin embargo la decisión está tomada. Seguirán adelante contra viento y marea.

En todo ese proceso, nunca se le toma una opinión al Centro de Conservación del Patrimonio sobre la mole que se pretende construir, a pesar de ser este uno de los requisitos legales para construirla, hasta febrero pasado. La semana pasada, en contra de lo esperado por las autoridades del ejecutivo y del legislativo, el Ministro de Cultura, teniendo la posibilidad jurídica de separarse del criterio técnico y darle luz verde a la construcción, decide tener el valor de no hacerlo.

Todos estos antecedentes para contar, que en tres días, la Presidencia de la República, redactó, consiguió las firmas y publicó en La Gaceta un proyecto de ley que declara de interés publico la construcción del nuevo edificio de la Asamblea Legislativa. Pero no cualquier edificio: justamente ese edificio, el cuestionado, el invasivo, el rechazado por el Centro de Conservación de Patrimonio y por el Ministro de Cultura.

El proyecto de Ley, Expediente No 19.068, consta de dos paginas, y mas del 50% de su texto es enumerando los edificios que ya no serán mas protegidos como patrimonio: a) El Castillo Azul, b) El antiguo Colegio de Sion c) El edificio Principal de la Asamblea Legislativa d) La Casa Rosada, e) El Parque Nacional, f) el Museo Nacional y g) La Antigua Fabrica de Licores.

¿Que quiere decir esto? Que la Presidenta de la República abre la puerta para que el día de mañana no sea que un diputado se monte en el Monumento Nacional, sino que para que un backhoe lo destruya.

Hablan de corrupción del lado de alguien que está defendiendo el Patrimonio. Yo tengo que confesar que de mi parte si la hay: para mi hay un tema de amor. De amor por el Cuartel Bellavista y por el Parque Nacional. Con el Parque Nacional la historia de amor lleva como 35 años, cuando ibamos a estudiar ahí, en primer año de la Facultad de Derecho. Confieso que ese es el sentimiento que me mueve para indignarme cuando la Presidencia y la Asamblea pretenden desproteger uno los los lugares mas lindos de San José.

Me gustaría saber cual es sentimiento que mueve al Poder Ejecutivo a meterse en un asunto que no le concierne, violentando el criterio de sus funcionarios técnicos y también de los políticos.

Ojalá fuera una historia de amor, como la mía, pero francamente, lo dudo.

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* Pele fue mi perro, un beagle. Durante 10 años, escuchó pacientemente las reflexiones que de vez en cuando decidí poner en blanco y negro. Por su complicidad, decidí poner este nombre a la columna.

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