Cocorí y el racismo

Vía costarricense

Johnny Soto Zúñiga

Johnny Soto Zúñiga

El gran debate de los últimos días en nuestro país ha sido sobre la obra literaria y clásica del extinto e ilustre escritor Joaquín Gutiérrez Mangel, un librito – cuento infantil escrito en 1947 llamado “Cocorí”. Dicha obra iba a ser presentada en el Teatro Nacional acompañada de una composición musical, en el marco de la realización del Festival Internacional de la Artes (FIA); sin embargo la ministra de Cultura Elizabeth Fonseca ordenó el retiro de dicha obra musical a solicitud de la Comisión de Derechos Humanos de la Asamblea Legislativa, presidida por la diputada por Epsy Campbell, que consideran el cuento con tintes racistas; sin embargo la Sala Constitucional ha resuelto en dos ocasiones que el libro nos es racista, discriminatorio u ofensivo para los compatriotas de color negro (denominados afro-descendientes, por tener orígenes del continente de África y que llegaron luego a las islas del Caribe, especialmente a Jamaica). Ver votos N° 509-96 y 5317-2003.

Irónicamente el 23 de abril se celebra el “Día Internacional del Libro y los Derechos de Autor” establecido en la Conferencia de la Unesco en 1995; y aquí en Costa Rica se prohíbe la realización de una obra de teatro basado en un libro, con una clara censura previa, que seguramente despertó más la curiosidad y el morbo de los ciudadanos y se dispararon las ventas del librito infantil, con el ánimo de refrescar la lectura para los que lo leímos hace muchos años, o los que por primera vez se lanzaran a la aventura de entender un cuento infantil basado en una época de la primera parte del siglo pasado, que el autor quiso recrear históricamente sobre las andanzas de un niño negro en el Caribe limonense; el encantamiento, la fantasía y deslumbramiento cuando conoce a una hermosa niña blanca en el barco en la costa limonense y ésta a su vez cree que el niño está lleno de hollín y por eso está negro; conversan y la niña le regala un beso y una rosa que luego se marchita. A su vez Cocorí le promete traerle un monito tití.

Los dos niños son almas inocentes, que se descubren y asombran por primera vez; nunca habían visto niños de diferente color de piel; al regresar Cocorí con el mono, ya el barco ha zarpado. Una historia tierna, que a cualquiera hacer sollozar y humedecer los ojos. Es un asunto existencial, que incluso el niño se pregunta porque la rosa vivió sólo un día, y se convierte en amigo de sus dos entrañables compañeros: Doña Modorra la tortuga y el mono tití, que lo acompañan por la travesía y peligros en la montaña y bosque tropical de Limón. Todo este relato ha sido catalogado por algunos como racista. Las diputadas negras Epsy Campbell (PAC) y Maureen Clarke (PLN), presentaron un recurso de amparo contra el Ministerio de Educación, para que de una vez por todas saquen el libro dentro de la lista de lecturas obligatorias de las escuelas del país, y además presionaron a la ministra de Cultura Fonseca para que retirara la obra teatral, la que finalmente accedió.

A partir de este momento se ha desatado una gran discusión sobre supuestas violaciones a la libertad de expresión, escritura de obras literarias y su divulgación; para unos es muy grave censurar un libro, diga lo que diga; para otros lo consideran racista y perjudicial para los ciudadanos de raza negra, que ha vuelto a revivir el racismo e incluso han indicado que muchos de los insultos provienen del libro al “asimilarlos con monos o congos” efectos de la malformación infantil de Cocorí. En nuestro país estamos acostumbrados y somos respetuosos de la libertad de expresión, de tener el irrestricto derecho a leer y escribir sobre todos los temas de la vida, sin la censura previa de poderes magnánimos o dictaduras de cualquiera que se crea un iluminado, de estar más allá del bien y el mal; me parece que este debe ser el debate de si existe o no violación a nuestros derechos fundamentales para acceder y poder ver las obras literarias; muchas de ellas basadas dentro de un contexto histórico, por ejemplo: El Diario de Ana Frank que habla de la discriminación y persecución a los judíos en la Segunda Guerra Mundial; “Mi Lucha” (Mein Kampf) de Adolfo Hitler que inicia sobre la necesidad de acabar con los judíos y otras razas inferiores; “Don Quijote de la Mancha”, que contiene fuertes aspectos discriminatorios; o “Mamita Yunai” de Carlos Luis Fallas que contiene toda la narrativa discriminatoria de la época en los bananales de la primera mitad del siglo XX, etc. Tendríamos que comenzar a eliminar una serie de libros que se realizaron en un contexto histórico y social al igual que Cocorí; donde se narran hechos violentos, manifestaciones racistas y discriminatorias; todo lo contrario debemos leer sobre las atrocidades pasadas, para nunca olvidar y que no vuelvan a repetirse; esto debe hacerse en aras de preservar y conocer nuestra cultura e historia social; como también se ha hecho con los descendientes de inmigrantes de raza china y los Tútiles italianos (que vinieron para la construcción del Ferrocarril al Atlántico), los españoles, los alemanes, los judíos, y norteamericanos, por sólo mencionar este crisol de culturas que son parte de nuestra realidad desde la fundación de nuestra Patria.

Nuestro Estado costarricense garantiza que todos tenemos los mismos deberes y derechos, somos iguales ante la ley, y con las mismas limitaciones que ésta impone. En el caso de los negros vinieron en dos oleadas importantes a través de la historia nacional, la primera con el tráfico esclavo colonial sin mayores derechos y emancipados en la Independencia y la segunda provino de las Antillas, en especial de Jamaica desde el año de 1872, que llegaron a Limón para la construcción del ferrocarril y la explotación bananera. Trajeron su identidad, cultura, habla inglesa, costumbres étnicas y alimentarias, que han dado un gran aporte a la provincia caribeña y al país en general. Durante muchos años se consideraron extranjeros; pero para la segunda mitad del siglo XX, ya se les había entregado su documento de nacionalidad costarricense. Esto es parte de la historia social costarricense, que no se puede soslayar y la integración del negro ya es total.

Considero que existen estereotipos que han quedado como consecuencia de toda la historia de los negros en el país, y que pueda existir “bullying” en las escuelas y colegios contra los negros; pero podríamos decir que se ha dado lo mismo contra los chinos u otros descendientes de otras razas asentadas aquí. El problema no sería el libro de Gutiérrez; puede leerse Cocorí como una lectura opcional, como podrían ser muchos otros libros; no siendo un asunto exclusivo étnico, sino de religión, costumbres, creencias o identidad. Hemos fallado con la estructura de la educación en el país, incluso al no ser un Estado laico; que se permita la aceptación de otras formas de pensar más libres.

Por ejemplo los orientadores en las escuelas y colegios, deben convertirse en verdaderos formadores de derechos humanos, respeto a la tolerancia y diferencias, respeto a las distintas manifestaciones culturales, y que no realicen labor de sicólogos o solucionadores de los problemas familiares y personales; que podrían evitarse con una buena educación y orientación de los derechos humanos. Los sicólogos pueden trabajar en equipo con los orientadores. En los años 60s del siglo pasado se dio el encuentro real de las culturas debido a que los costarricenses de la meseta central descubrieron las bellezas de las montañas y playas de Limón, la increíble biodiversidad del bosque tropical y medio ambiente; y culminó con la nueva carretera 32, mediante la travesía del Parque Braulio Carrillo y el Túnel Zurquí en los años 80s, acortando las distancias de San José a Limón y por ende una mayor integración de nuestros compatriotas limonenses.

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