Avigdor Lieberman persona non grata

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Carlos Revilla

Carlos Revilla Maroto

Persona non grata es un latinismo que significa literalmente «una persona no grata» y se usa como sinónimo de persona no bienvenida. Es un término utilizado en diplomacia con un significado legal específico. De acuerdo a la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas, artículo 9, un Estado puede «en cualquier momento, y sin tener que explicar su decisión» declarar a cualquier persona de un cuerpo diplomático persona non grata. Una persona así declarada es considerada inaceptable y normalmente es requerida por su país de origen para que regrese. Si no regresa, el Estado «puede rechazar reconocer a la persona en cuestión como miembro de la misión.» Lo opuesto a persona non grata es persona grata.

Con el tiempo se ha derivado un uso familiar del término para implicar lo mismo en un ámbito distinto al diplomático. Ya es común declarar o decirle a una persona non grata de forma personal o que lo haga alguna entidad o institución. Es una forma elegante de decirle a alguien que se vaya o que no venga, da igual para un contexto no diplomático, donde normalmente es solo de un lado (para que se vaya) como ya vimos.

Pues bien, me enteré que recientemente el embajador de Costa Rica en Israel invitó a visitar el país a Avigdor Lieberman, quien es un político israelí, líder del partido de derecha Yisrael Beytenu (Israel nuestra casa) y actual Ministro de Relaciones Exteriores de ese país. Sinceramente la posibilidad de la visita al país de ese señor me causó una gran desazón.

Siempre he sido un seguidor de los acontecimientos en el medio oriente, y a pesar de la terrible crisis actual no he querido escribir sobre el tema, básicamente por la radicalización y crispación que hay en estos momentos; tanto por los actores en el lugar de los hechos, como por los muchos costarricense que tienen algo que ver, me refiero a los judíos, amigos de Israel, pro palestinos y otros. Personalmente para mi ya no tiene sentido enfrascarme en discusiones bizantinas que no llevan a ningún lado.

Pero la posible visita de Avigdor Lieberman no la podía dejar pasar. Algunos pensarán, ¿qué tiene esto de malo? a cada rato se invita gente de partidos de derecha y se les recibe normalmente con el protocolo de acuerdo a su investidura y no pasa nada. Lo que sucede es que en este caso es muy distinto y voy a tratar de explicar la razón.

Empecemos por la parte «light» (liviana) de saber quien es este señor. Lieberman es conocido por su plan de intercambio de territorios para solucionar el conflicto en medio oriente. El plan consiste en mantener los asentamientos judíos en Cisjordania a manos de Israel, y a cambio, pasar a manos de la Autoridad Nacional Palestina el meshulash (“triángulo”) de la región de Wadi-Ara (un desierto), habitada casi totalmente por pobladores árabes, que pertenece hoy a Israel según la Línea Verde, la frontera pactada en el Armisticio árabe-israelí de 1949). Los pobladores árabes de esa región que hoy tienen ciudadanía israelí, la perderían.

Lieberman justifica su idea alegando que los residentes del área son todos árabes que se ven como palestinos y por lo tanto deben ser reunidos con la Autoridad Palestina como parte de establecer dos entidades nacionales separadas: Una para los judíos y una para los árabes.

Y aquí pasamos a la parte «hard» (dura). Lieberman propone poner trabas al derecho a la ciudadanía para los nuevos ciudadanos de Israel, tales como exigirles que juren fidelidad al estado para poder conservarla, obligación que regiría tanto para los nuevos inmigrantes árabes, como también para los judíos. Anteriormente, apoyaba el plan conocido como Transfer, según el cual todos los habitantes árabes de Israel y los territorios ocupados serían transferidos a Jordania u otros países árabes por su propia voluntad; aunque supongo que sigue pensando igual, solo que ahora no lo dice por ser parte del gobierno.

En 2002 defendió bombardear Teherán, y la presa egipcia de Aswan, y Beirut, y asesinar a Yaser Arafat y aplastar Cisjordania. Reclamaba “No dejar piedra sobre piedra… destruir todo”, incluidos objetivos civiles, como centros comerciales, bancos o gasolineras.

En la gira que hizo Óscar Arias siendo presidente a medio oriente en el 2009, estando en Jerusalén y con una reunión agendada con autoridades del gobierno de Israel, pidió expresamente que no estuviera presente Lieberman. Esto estuvo a punto de desencadenar una crisis diplomática en ese momento, y casi se suspende la reunión, que siempre se llevó a cabo pero entonces fue minimizada por Israel y se le dio muy poca cobertura.

Además de todo lo anterior Lieberman es un personaje al cuál lo ha acompañado la polémica, por decir lo menos. En una oportunidad, mientras lo entrevistaban en la radio, se oyó en media entrevista cuando «jalaba la cadena» del inodoro. Como este ejemplo, hay decenas de otros, donde de forma descarada se burla de los palestinos y los árabes, de una manera que es inadmisible en estos tiempos.

Me opongo rotundamente a la visita de este señor al país y voy a ir a desfilar frente a la Casa Amarilla o donde sea para protestar en contra, ahí me verán. No me importa que me digan que soy del Frente Amplio, amigo de los comunistas, zurdo, antisemita y otro montón de adjetivos que acostumbran los defensores de personajes como estos.

Por cuestiones políticas y la coalición de derecha/extrema derecha que gobierna Israel, Lieberman es el actual ministro de relaciones exteriores. Pero eso no significa que el gobierno de Costa Rica en la figura de nuestro presidente pueda actuar con dignidad y declare non grata a esta persona y revierta la ignominiosa invitación que muy displicentemente le hiciera nuestro embajador en Israel para que visite el país.

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Un comentario

  1. Bueno, ese es un plus para Oscar Arias que se le debe reconocer. Y tengo una pregunta, ¿ no tendrá ese señor Lieberman algunos primillos por aquí?

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