Cuando el señor Presidente se encontraba presenciando el brillante desfile, pasó una bandera tricolor llevada por varias simpáticas señoritas recogiendo dinero. Como era natural, las señoritas se pararon frente a don Cleto, quien metiéndose las manos en los bolsillos de su pantalón y no encontrando dinero, le suplicó a su Ministro de Educación Pública, el recordado Profesor y poeta don Justo A. Facio que le facilitara un «menudo». Entonces don Justo dio a las señoritas unas cuantas monedas de a colón, y dirigiéndose al señor Presidente de la República, le dijo:
—»Se confirma una vez más que siempre pagan justos por pecadores».